Lo más grande de la Semana Grande, lo superlativo de esta ciudad en fiestas no es que el pregonero llene la plaza Mayor con un discurso trufado de grandonismo; ni que Morante de la Puebla pueda colgar el cartel de no hay billetes en El Bibio, para disgusto de los antitaurinos; ni que Marta Sánchez se desgañite tras medicarse contra una bronquitis, bañada por la brisa de Poniente; ni que algunos políticos conviertan cada agosto la Feria de Muestras en una tienda de campaña, en un todo a cien de promesas en rebajas... No es lo más grande de la Semana Grande que Pau Gasol nos haga pasar por el aro de su carácter ganador, de su deseo implacable de victoria; o que como regalo de ferias lleguen a Mareo Halilovic o Sanabria o cualquier otro delfín de La Masía, con una carta de recomendación de Luis Enrique bajo el brazo. Lo verdaderamente enorme no es el contenido, sino el continente: la ciudad que todo lo acoge y que es grande esta semana y las otras 51 del año.
