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Clave de sol

Asignatura en cuestión

La Religión consigue poner nerviosos a los gobernantes

Especialistas de toda solvencia me han asegurado que los profesores de la asignatura de Religión -católica, por supuesto-, pese a su casi habitual desaliño indumentario, no practican el vudú ni tampoco tienen por costumbre hacer a sus alumnos proposiciones disolventes.

Es verdad que corre un insistente rumor en el sentido de que el prelado de la diócesis, firmante de un recurso a favor de la materia, practica la antropofagia infantil en horas libres y que el obispo auxiliar forma parte de una secta destructiva o, por lo menos, anarquizante.

Por no hablar de los aludidos docentes, a quienes se atribuyen conspiraciones antisistema, orientadas a malear los cerebros de los escolares y a establecer entre nosotros una férrea dictadura clerical.

No obstante, todo hay que decirlo, las últimas investigaciones policíacas no han conseguido probar de modo convincente tan inquietantes sospechas. Sin entrar, por supuesto, en que acaso hubieran tenido alguna verosimilitud en el pasado y la vuelvan a tener en lo futuro.

Lo que sí ha de ser registrado como cierto es el hecho de que la asignatura en cuestión ocasiona un efecto similar al del gas mostaza en gobernantes y políticos del partido en el Gobierno provincial. Una patología altamente contagiosa en los sectores políticos sensibilizados, como demuestra la historia. Todo lo cual explica las cautelas oficiales y la simple levedad de las líneas anteriores.

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