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Editorial

En el Día Grande de las fiestas de Gijón

Un Gijón que ha acogido a miles de visitantes que ayudan a animar sus calles y establecimientos en una presencia masiva que indica que, en efecto, la recuperación económica ha llegado celebra hoy el día de Nuestra Señora de Begoña, el Día Grande de unas grandes fiestas con las que no han podido algunos episodios meteorológicos adversos. El clima del Norte tiene esas cosas, de sobra conocidas y a las que no cabe dar mayor importancia.

Begoña es desde hace muchos años la cita festiva de los habitantes de Gijón, de los gijoneses que se han ido a trabajar a otras tierras y que regresan a sus hogares familiares en días tan entrañables y festivos, de los asturianos que tienen las celebraciones locales entre sus objetivos veraniegos y de tantos visitantes de otros países y de otras regiones de España que han descubierto una ciudad que merece la pena disfrutar en todo su esplendor.

El final mañana de la Semana Grande, ciertamente temprano en este año, significa la clausura de la presente edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, el cierre de la Feria Taurina y de las actuaciones musicales, pero no el final del verano gijonés, que aún tiene reservadas fechas para destacados acontecimientos de todo tipo, entre los que, sin duda, destaca el Concurso Hípico Internacional, una de las citas señeras de la actividad veraniega en la ciudad.

El Día Grande de las fiestas de Gijón es, por otra parte, una fecha muy propicia para realizar una serena reflexión sobre la apasionante tarea que aguarda cuando la música haya cesado y los farolillos se hayan apagado. La nueva Corporación municipal parece haber descubierto el placer de las declaraciones institucionales en no se sabe si es un paso hacia el consenso o una forma de hacer oposición al Gobierno de la nación. En cuestión de días ha habido dos declaraciones de este tipo, una destinada a exigir a Fomento fondos para el paralizado plan de vías y la otra, a censurar las palabras de un miembro de la empresa que gestiona la plaza de toros de El Bibio, en este caso con la excepción del Partido Popular, que se ha desmarcado de la misma.

Si son un paso hacia el consenso político en Gijón se verá pronto porque el gobierno local ha anunciado que convocará a los grupos a negociar el nuevo Plan General de Ordenación, documento clave para el futuro de la ciudad y para la economía local. El urbanismo va a ser la prueba del nueve de los nuevos tiempos que parecen correr en las Consistoriales. Detrás vendrán asuntos como la Zalia, los accesos a El Musel, el papel del concejo en el plan de residuos, la depuradora, el plan de vías y la estación intermodal y otros asuntos de enorme importancia a resolver en el nuevo mandato.

Gijón tiene ante sí un futuro apasionante en el que deberá sentar las bases para que la ciudad, en permanente evolución, se prepare para las décadas futuras, en las que se incrementará la población de personas mayores que necesitará de atenciones especializadas, en las que las nuevas industrias habrán de acentuar su papel de liderazgo económico y en las que la Universidad tendrá que incardinarse más de lo que está ahora con la sociedad. Vienen tiempos de enorme relieve a los que Gijón hará frente con decisión tras sus fiestas.

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