Lo reconozco: nunca me he fiado de esa ambigüedad calculada que se marcan los de Podemos en asuntos esenciales de la patria mía (y suya). En particular, en lo que tiene que ver con el órdago nacionalista catalán que se está cociendo para el próximo 27-S, respecto al cual no se sabe si Pablo y sus iglesias juegan a dos cartas por electoralismo, por corrección política o por mera cursilería, porque para que los catalanes "no se vayan" (¡oooh!), Pablo y sus pablos han decidido apoyar el "derecho a decidir", eufemismo nacionalista cuya aceptación supone dar por hecho en plan sibilino que Cataluña es una nación y, encima, sojuzgada (¡ay!) por la malvada España (¡uy!), es decir, el cuento de siempre, sin base histórica ni agarradera legal alguna pero que, de tanto repetirlo, acabará siendo real, algo así como si a un tarado le da por hacer suyo el famoso eslogan publicitario de "la república independiente de mi casa" y un día, de repente, la familia acaba patas arriba ("haciendo de república", como escribió Julio Camba a cuenta de la IIª República).
Pero en fin, ya digo: la cosa es que Podemos&friends se marcan un bamboleo indeciso respecto al órdago plebiscitario (¿o publicitario?) de Artur Mas y demás, y cuando digo "demás" no lo digo a humo de pajas, porque si no había bastante para el próximo 27-S con la famosa "lista por el sí" del President, ha salido otra más de izquierdas que la de Mas, en la onda de Pablo y sus iglesias y que se llama (¡oy, uy, ay!) Catalunya sí que es pot.
Y con la que hay liada en Cataluña de cara al 27-S, resulta que van Pablo y sus iglesias y cierran el quiosco por vacaciones, con lo cual no podemos saber de qué va exactamente esa historia de Catalunya sí que es pot hasta septiembre, cuando se suele reiniciar (mira tú qué casualidad) el curso lectivo en la Universidad y, con este grupo de profes de Políticas metidos a políticos, parece que también el curso político.
Así que (coda para asturianos, que, como Emilio Alarcos y Ángel González, saben que lo mejor de la vida es "estar y tomar"), mientras en las tierras bañadas por el río Segre deciden si Catalunya es pot o no es pot, habrá que tomarse un buen pote. Y, oye, sin ambigüedades: mejor de berzas.
