Cuando te das cuenta, la vida se está acabando, y las cosas no han ido nunca por donde uno había previsto", se lamenta el protagonista de "En la orilla", la novela de Chirbes a la que la muerte, la más fatal de las cosas imprevisibles, le confiere un cierto carácter testamentario. Con ese libro, con el que consuma de una manera más rotunda que en otros su intento declarado de "descubrir la novela que encierra nuestro tiempo", devuelve la literatura "al entramado de la historia", nuestra época adquiere un sutil aire, una cualidad propia que siempre se les escapará a los historiadores. "En la orilla" está la memoria doliente de la derrota y el Chirbes que conjugaba una ejemplar austeridad con el paladar de un bon vivant. Fue un escritor nada complaciente: ni consigo mismo, despojándose de su infinito saber literario al comienzo de cada novela; ni con sus lectores, a quienes impone un esfuerzo lleno de recompensas; ni con sus coetáneos, muchos de los cuales engrosan la nueva legión de los perdedores, "esos que se creen clase media porque no trabajan con un pico y una pala y son justo la más triste clase baja contemporánea".
