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Clave de sol

Corporación beligerante

Hacia una gestión pública más directa y original

Hemos de admitir que el progreso avanza y rompe los moldes viejos para adaptarlos a las necesidades de los nuevos tiempos. Así como el barón de Montesquieu supo en su día formular la independencia de los tres poderes estatales, legislativo, ejecutivo y judicial, en nuestros días, y en los albores de otra era del derecho político, apuntan ya algunas fértiles aportaciones, sobre todo en las renovadas corporaciones locales.

La primera observación, todavía en estado magmático, sería la de constatar una característica que podríamos establecer como la de que un ayuntamiento, por ejemplo, asuma una gestión política mucho más activa y, diríamos, totalitaria orientada al deseable bien común municipal.

Estaríamos así ante un mayor grado de influencia en la vida social, más directa, manifiesta y si se quiere eficaz, sin trabas, matizaciones ni complejos y en consonancia con el color político del primer partido en el poder. Como quien dice, un cheque en blanco hasta las siguientes elecciones.

No hay más que interpretar las informaciones de los últimos días para comprobar que desde ciertas corporaciones nos ordenan, nos exigen, nos corrigen, nos critican, incluso nos amenazan, nos persiguen y aún nos moralizan. Comportamientos, por supuesto, pendientes de sistematizar en la doctrina, pero que por lo reiterado y persistente de su ejercicio en estas primeras semanas dan la impresión de que llegan para quedarse.

Nuestros organismos públicos se tornan por días más beligerantes. Y habrá que aceptar que más comprometidos en la vida normal de las comunidades porque incluso toman partido frente a los conflictos ajenos. Yo diría que también creándolos donde no los hay. Para comprobarlo no tenemos más que observar lo que pasa alrededor.

Aquí mismo, sin ir más allá.

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