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Sol y sombra

Vidas paralelas

Iglesias abriga el mismo objetivo que Tsipras

Podemos se ha apresurado a puntualizar que en sus filas no habrá una escisión como en Syriza, el "partido hermano" de Grecia. Pero hay cientos de razones para preguntarse por qué no, dado que se trata de vidas que discurren paralelas.

La ruptura de Syriza siete meses después de haber ganado en las urnas y la convocatoria de unas nuevas elecciones no hacen más que entorpecer la difícil recuperación de un país que se encuentra con el agua al cuello en manos de los prestamistas y de su ineficiencia. Tsipras prometió y defendió una cosa, llevó a su pueblo al atolladero, y al final hizo otra distinta aceptando la humillación por parte de los socios a los que Grecia debe un dinero que seguramente jamás podrá pagar. Muchos de los dirigentes que le siguieron en su delirio han decidido ahora abandonarlo; los griegos, en general, hace ya mucho tiempo que se pueden considerar abandonados por los políticos que ponen por delante de ellos sus intereses.

El de Alexis Tsipras es un caso consumado de oportunismo personal. Se va para volver una vez laminado el sector crítico de su partido. Después de haber recalcado que no existía ninguna otra alternativa que postrarse de hinojos ante la UE, la pregunta que con las elecciones de septiembre le plantea a los griegos es si es él el que debe seguir negociando la deuda con los europeos o sus antiguos socios de Syriza, partidarios de una salida que resulta imposible y todavía más ruinosa para el país que continuar dentro del euro. La respuesta por pragmática apenas ofrece dudas.

Tsipras ha utilizado la calle y el descontento generalizado para propulsarse hacia el poder. Cuando cree que es capaz de reconducirlo por otro camino, se deshace de quienes no están dispuestos a ello. Este mismo reflejo es el que proyectan Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, etcétera, en relación al movimiento que los aupó. Quienes no lo vean así, deberían ir al oculista.

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