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La inercia de la ilusión

Qué ganas de volver al Tartiere con el equipo en la Liga de Fútbol Profesional! No se trata de despreciar las tardes de invierno por los campos de la tercera asturiana ni por la variopinta geografía de la Segunda B, en función del grupo que tocase en suerte. No es eso. Ni mucho menos. Pero ya apetecía volver por donde solíamos y con la convicción de que ahora somos más fuertes, fieles al dicho de que lo que no mata? Desde luego, una buena parte de la afición, la base social de la institución está más que curtida tras haber visto de todo en los últimos quince años. El Real Oviedo vuelve a la Segunda División con la vista puesta en volver a Primera, la categoría donde, no se nos olvide, más temporadas ha disputado desde 1926. Superada una travesía del desierto merecedora de un relato de los buenos, no se trata ahora de poner el carro delante de los bueyes sino más bien de ir paso a paso, partido a partido, para crecer. Una década larga fuera del futbol profesional pasa factura. No cabe duda. Pero también es cierto que el Real Oviedo inicia esta temporada sin la ansiedad de la precedente y, seguro, con ilusión renovada. Un equipo recién ascendido es como un barco viento en popa y a toda vela. Y si no, basta con echar la vista atrás y recordar la sintonía entre equipo y afición que vivió y respiró el oviedismo en 1988, cuando un ascenso a Primera que se hizo esperar doce largas temporadas acabó llevando al Oviedo a la Copa de la Uefa apenas tres temporadas después.

La inercia de la ilusión en un activo a tener muy en cuenta ante esta esta nueva etapa en el futbol profesional a punto de arrancar. El retorno de hombres que contribuyeron a una prolongada presencia del Real Oviedo en la élite del futbol, primero Esteban ahora César, debe suponer tanto un valor añadido como una prueba más de que hay criterio en quienes dirigen las riendas del proyecto azul. Bienvenido sea. También hay que apuntar alguna falta de tacto con los socios que supieron aguantar a las duras todos estos años pero, en fin, pongamos que se trata de pequeños detalles que, seguramente, se subsanarán porque de los fallos, por intrascendentes que parezcan, también se aprende. Y en este inicio de temporada no me resisto a contar una vivencia de hace unos meses, cuando celebrábamos el tan necesario como ansiado ascenso. "¿Papá, quién es Berto, aquí pone que es el jugador con más partidos en el Real Oviedo?". Mi hijo sabe por su abuelo quiénes fueron Lángara y Herrerita y por su padre que el Oviedo tuteaba a los grandes del fútbol español a escasos metros de donde hoy va al colegio pero no había oído hablar de Berto, tema tabú para el oviedismo. Le expliqué que Berto fue un jugador todo pundonor, el "motorín" que siempre sudó la camiseta azul y que conducía el balón cuando el campo estaba encharcado o embarrado con una maestría vista en muy pocos. Y que llegó a ser internacional por España cuando jugaba en el Real Oviedo. Ahí me quedé? Un día de estos, camino del Tartiere, le comentaré que, a veces, las personas nos equivocamos, y mucho; también que las directivas y las instituciones, a veces, son desagradecidas. En estos tiempos de renovada ilusión, ojalá todos aprendamos para que no se repitan los errores.

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