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Clave de sol

Invasiones del momento

Nada más lacerante que el sufrimiento infantil

Las imágenes que llegan de la Macedonia fronteriza con Grecia nos muestran pequeños de muy corta edad en brazos de unos padres que gritan o corren ante la dura represión policial. Los niños lloran desconsolados frente a una violencia cuyo significado no pueden interpretar. Nada más lacerante que ver a un niño sufrir.

No parece fácil buscar culpables a la situación entre una larga oferta. O tal vez lo son todos a la vez y cada uno en su medida: el Estado Islámico que corta cabezas, los sirios, los iraníes, los fanatismos, los suníes, los chiíes, la gran industria armamentística, sus mercaderes, los traficantes de seres humanos, el petróleo árabe, la aparente indolencia occidental?

Pero los resultados de la pesquisa son en definitiva irrelevantes para unos hechos consumados que comportan el gratuito sufrimiento de los inocentes y un problema mundial de caracteres apocalípticos. Impresionan las desagradables escenas, brutales en definitiva, que nos pasa la televisión. La Policía se emplea con una contundencia no sé si proporcionada ante una muchedumbre que intenta a toda costa entrar en Europa, la gran meta de los desheredados del Tercer Mundo.

¿Cuál ha de ser la actitud de la Europa alegre y confiada ante estas avalanchas de gente expulsada de sus países por el hambre, por los conflictos, por la necesidad, por el convencimiento de que la prosperidad está en el Occidente civilizado y el Estado del bienestar? La respuesta es complicada y plantea de paso un problema moral.

Son las grandes invasiones de nuestro tiempo que invierten su sentido histórico y geográfico: a los fieros bárbaros del Norte de antaño suceden ahora los menesterosos del Sur.

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