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La esquina

La virtud de la ética

El más bello elogio fúnebre para un funcionario

Este Gijón que ayer a media tarde navegaba entre el verano y el otoño despidió de forma masiva a Mariano López Santiago, que fuera secretario municipal durante años y que fue un ciudadano enraizado en la vida de la ciudad. Entre otros quehaceres que se buscó tras su triunfal jubilación figuraba en letras de oro la crítica de teatro que publicaba con erudición, sensibilidad y profundos conocimientos en las páginas de este periódico.

Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro, despidió con emoción a su amigo Mariano, a quien dedicó frases de enorme belleza en las que mostró su cercanía y profundo conocimiento de la persona a la que decía adiós desde el altar mayor de la iglesia Mayor.

Gómez Cuesta dijo verdades que suscriben todos los que conocieron en vida a Mariano: "Caballero de la cabeza a los pies, persona querida, importante; daba gusto dialogar con él porque hablaba de lo que se habla en la vida; ha dejado huella en nuestro corazón".

Pero fue en los aspectos profesionales de López Santiago en los que el oficiante afinó su pluma. De él dijo que fue "imparcial, dotado de la virtud de la ética, que entendía las leyes al servicio de los ciudadanos". La virtud de la ética en los tiempos que corren es un elogio impagable para un funcionario público. La virtud de la ética, tan ausente en estos tiempos en los comportamientos de tantos políticos electos y tantos funcionarios que se han olvidado de su práctica. Mariano López Santiago fue, sin embargo, uno de esos funcionarios que sirven al Estado para que la sociedad sea mejor cada día. Qué bello elogio fúnebre el elegido con toda intención por Javier Gómez Cuesta para decirle al todo, reunido en el templo, que aún quedan ciudadanos ejemplares que han podido ir por la vida con la cabeza bien alta y que son despedidos con reconocimiento masivo.

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