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Clave de sol

El mejor de los mundos

Los separatismos constituyen un conflicto artificial

Quien haya viajado algo convendrá en que aquí vivimos en el mejor de los mundos posibles. Para el que tenga alguna edad, además de conocimiento de lo que pasa alrededor e independencia de juicio, no puede haber duda. No propongo resucitar los pueriles localismos de antaño -como "lo mejor del mundo Europa, lo mejor de Europa España, lo mejor de España Asturias, lo mejor de Asturias Pravia"-, pero sí de aceptar una realidad manifiesta.

No hay que negar los problemas que nos aquejan. Vivir es arriesgar, y un juicio entraña siempre una comparación. Nuestro nivel de vida al día de hoy tiene poco que ver con el de hace menos de medio siglo. Se dice que los pueblos prósperos tienden alguna vez a decaer como si llevaran dentro el germen de su propia destrucción o su trayectoria histórica respondiera a una fatal deriva temporal. Acaso se trata de una ley histórica, tan patente en los viejos imperios.

Entre nosotros, el gran problema, larvado durante décadas, sería el conflicto artificial de los separatismos españoles, catalán y vasco, que pueden constituir un detonante del declive español. Problemas creados de la nada que constituyen el fruto inconveniente de muchas décadas de privilegios a la vez que de una temeraria dejadez por parte de los poderes centrales en lo político y lo educativo.

El llamado Estado de las Autonomías, condicionado por los nacionalismos, es el más claro ejemplo de que lo falso ha dado lugar a una suerte de enajenación colectiva que ha terminado por ser admitido como real. Las consecuencias son malas para todos, pero en primer lugar para los causantes. Una pena porque, como decía al principio, vivimos en el mejor de los mundos posibles. No lo echemos a perder.

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