A falta de la canción del verano, la factura del verano. Las redes sociales son los sitios adecuados para que quienes se sienten estafados en las compras comerciales o en los establecimientos hosteleros denuncien los presuntos abusos. El precio de un pescado en un restaurante en Formentera era hasta ayer mismo la factura del verano. Ahora lucha por ese título con una factura en la que figura el cobro de veinticinco céntimos por una aspirina en otro establecimiento hostelero. Se ve que el cliente de una buena comida no puede sufrir un simple dolor de cabeza. Veinticinco céntimos no dan para casi nada, aunque sí para una aspirina que en tantas ocasiones es el tesoro más preciado. Sorprende la sorpresa porque en estas tierras siempre hubo bares, cafeterías y similares que cobraban la aspirina como el café o los churros. La aspirina ha dejado de ser cortesía de la casa.