Las ciudades, como las personas, necesitan tomarse un respiro de vez en cuando para descansar, relajarse o desconectar, que se dice ahora, y tomar impulso para nuevas tareas. Es lo que está haciendo Gijón por las fechas, el final de agosto, y los frentes de nubes y lluvia que nos manda el Atlántico. Atrás queda un verano triunfal en muchos aspectos, si se hace caso a los industriales que ponen en esta estación todas sus complacencias. Pero la impresión es que la ciudad se está limitando a tomarse un respiro para enfilar el mes que comienza hoy con renovados bríos y recuperadas ganas de hacer cosas que vayan en beneficio de la comunidad. La realidad gijonesa de ayer ofrecía una sensación de calma que no se notó en las semanas anteriores. Tiene que ser una realidad transitoria, un simple paso atrás para tomar impulso y lanzarse hacia un final de año de impresión.
