La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Regateando

Diferencias entre el Cantábrico y el Mediterráneo

Desde mi ventana veo que a lo lejos, en el mar, se inicia una regata. No fui nunca regatista, pero coqueteé un poco con el mundo de la vela recreativa y recuerdo todo ese mundillo de luz y lux con cariño cuando recalo en Gijón, y lo rememoré hace días también cuando vi, en una foto de este diario, a Rodrigo Rato dándose un calón en la piscina del Club de Regatas de Gijón, lo que me trajo a la memoria que, hace tiempo, Patricia Ibaseta, de cuya amistad y buen humor disfruté hasta que en nuestra relación Oviedo-Gijón cayó la catenaria, apiadándose de mi nostalgia de mar y otras talasoterapias a las que yo entonces no podía acceder, me invitó a que hiciera en plan marsopa más o menos lo mismo que hizo Rato (flop, flop, flop?) en la agradable piscina del citado club, desde la que parece que estás sobre la cubierta de un crucero.

Pero aquella buena acción de Patricia no fue a más, porque a falta de mi luminosa y bella Thalassa (cada cual tiene su amor, cada cual tiene su mar), lo que yo añoraba, en sustitución, no era una rubia de frasco, sino una morenaza guerrera y peleona, o sea, los frescos y clásicos baños cantábricos (como poco, en El Rinconín gijonés), entre rocas, peces, llámpares (lapas), percebes, oricios y otros habitantes subacuáticos de un mar aún vivo y bastante limpio que conocen de pe a pa los pescadores de bajura asturianos, ésos que, cuando las gaviotas famélicas dejaban por ejemplo el muelle de Fomento en Gijón porque no tenían ni un bocarte que llevarse al pico y, antes de que existiera Cogersa, emigraban incluso hasta Oviedo a buscarse la vida en el antiguo basurero -toma nombre pesquero- de ¡Santa Marina de Piedramuelle!, decían: "Cuando la gaviota come donde el labrador, malo para el pescador".

Y eso que en el Cantábrico nunca hubo, ni hay aún, la que hay liada en el Mediterráneo, esa especie de nuevo Mar Muerto de tanta gente que la está palmando en él últimamente tras lanzarse a tumba abierta en busca del paraíso europeo, ése que hay quien desprecia porque mira el mundo con el catalejo desenfocado por la ideología y no ve, para su tranquilidad de conciencia, los numerosos dramas que se ahogan o que logran arribar y que aquí, tan señoritos, tan sobraditos como somos, tardaremos bastante en regatear.

Compartir el artículo

stats