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Cien líneas

O sea, la URSS

El economista francés Thomas Piketty va a ingresar en la "comisión internacional de expertos que asesorará a Podemos", como acaba de comunicar Pablo Iglesias II.

Piketty es el autor de "El capital en el siglo XXI", un best seller como aparecen muy pocos por quinquenio o plan quinquenal, ya que estamos hablando de quien estamos hablando. El caso es que la edición electrónica, que permite determinados escrutinios, arrojó un resultado interesantísimo: la mayoría de los lectores no había pasado de la página 26. El libro debe andar por las 700. Y es que el éxito del susodicho no depende de su lectura sino de otras cosas. ¿Cuáles?

Piketty, con ese tocho que apenas nadie lee -ni falta-, se ha convertido en el profeta de la desigualdad. ¡Toma concepto, compañeru!

A estas alturas es sencillamente imposible ser de izquierdas: el éxito del capitalismo es abrumador. La riqueza mundial, que apenas había experimentado variaciones positivas desde el Neolítico, empezó a crecer vertiginosamente hace dos siglos y desde entonces se ha multiplicado por diez. En los países de vanguardia, por cincuenta o más.

Desesperado, el socialismo inventó el climatismo: la contradicción no está entre trabajo y capital sino entre naturaleza y capital. Y, como no era suficiente, la desigualdad. Por cada euro mío Botín tiene un millón. En cuatro años tendrá dos millones. Aumenta la desigualdad, ¡pero eso no me perjudica en absoluto! Sólo importa a los que hacen de su vida una fábrica de odios, resentimientos y rencores.

La solución que propone el profeta Piketty es así de sencilla: "Organizar de forma eficiente un Estado que maneje recursos por valor de dos tercios del PIB". O sea, la URSS.

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