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Clave de sol

Don Torcuato, un político pluriforme

Aspectos poco recordados del hombre clave de la Transición

No se ha hecho justicia a don Torcuato Fernández Miranda por su determinante papel en la transformación de una dictadura en democracia. Asturiano, catedrático, preceptor de don Juan Carlos, miembro del Gobierno, presidente de las Cortes, senador y padrino político de Adolfo Suárez, falleció pronto (1980) en Londres, acaso desengañado de olvidos y desdenes.

Aún desconozco los dos recientes libros biográficos del duque de Fernández Miranda, creo que muy interesantes y fiables. Va este recuerdo como pequeña muestra sobre las habilidades casi maquiavélicas de quien tuvo mucho que ver con el posibilismo de la Transición.

Ya en los años 60 del pasado siglo estuvo en el empeño de las llamadas "asociaciones políticas", remedo descafeinado de los partidos políticos para canalizar de algún modo las inevitables corrientes de opinión. Los españoles podrían asociarse para fines lícitos, ¡pero no políticos! Los intentos para entender que la política no era lícita como actividad colectiva dieron lugar a situaciones surrealistas como los clubes y las tertulias políticas.

Durante una visita a Asturias en los primeros años 70, don Torcuato, ministro entonces del Movimiento, después de afirmar que lo que él llamaba "pluriformismo" no tenía nada que ver con los partidos políticos, declaraba al que era entonces mi periódico: "Distingamos tres planteamientos de participación política: totalitarismo, democracia liberal y marxismo. Los tres incompatibles con nuestro sistema".

A la observación del periodista de que el pluralismo era una realidad, replicó: "El que exista una realidad no es suficiente para reconocerla. Hablamos de un pluralismo social, no ideológico". A mi objeción de que su postura iba a ser impopular, dijo: "Entre la impopularidad y una solución falsa, elegiré siempre la primera". Don Torcuato era maestro en los juegos de palabras. Siempre se recuerda su antológica intervención en el Pleno de las Cortes el 6 de noviembre de 1972 del que son párrafos como estos:

"Decir sí o no a las asociaciones políticas es, sencillamente, una trampa saducea. Los saduceos montaban una alternativa respecto de la cual si se aceptaba uno de los términos (si era lícito pagar el tributo al César), malo, y si se aceptaba el otro, peor (?). Yo no caeré en la trampa de decir sí o no al asociacionismo político". No es de extrañar que "La Codorniz" metiera a don Torcuato en la Cárcel de Papel por este discurso largo y antológico.

Era desconcertante con sus juegos de palabras y su agilidad mental. En una entrevista que le hizo Manuel del Arco, el entrevistado acabó convirtiéndose en entrevistador y el diálogo terminó de esta manera: "¿Es usted del Movimiento?", preguntó al periodista, que respondió con una negativa. Insiste el Ministro: "¿Se considera español?"? "Por los cuatro costados", responde Del Arco, a lo que remata Miranda: "Pues aunque no lo sepa, es usted del Movimiento".

Una mezcla de Maquiavelo y Mago Merlín. Probablemente fue lo que España necesitaba como malabarista (o artificiero) de la transformación de una dictadura en una democracia. Vayan estas líneas de homenaje a su memoria.

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