Encuentro casual con un libro, "El imperio Porcelanosa". La historia humana y empresarial de la marca de cerámica que ha conquistado palacios", que me interesa extraordinaria e íntimamente. No en vano, estuve vinculado a la expansión de esa firma en Francia, Reino Unido y USA/East Coast entre 1991 y 2004, justo el periodo que ejercí de abogado desde mi salida de la Alcaldía ovetense al Europarlamento.

Han pasados años, pero la lectura de este ameno y muy trabajado libro ha reavivado el afecto que siento por las familias fundadoras de esa empresa, Soriano y Colonques, así como por José Vicente Roca, hoy fuera de la firma, pero entonces una de sus cabezas ejecutivas, con el que tenía, como con los dueños, trato cotidiano. También afecto por los Parra, los Pesudo, Silvestre Sagarra, Ramos, Pondard y otros excelentes trabajadores, en cierto modo antiguos compañeros que aparecen en el libro. La admiración manifiesta del autor, Carlos Álvarez C. Rodríguez, por Porcelanosa no impide total independencia de criterio que le lleva a no ocultar datos que jamás corresponderían a una simple hagiografía.

Porcelanosa es una empresa que bien merece sean estudiados manuales detallistas de su creación, historia y desarrollo, como el de Carlos Álvarez, por cierto, curiosamente periodista ovetense al que yo no conocía.

Mucho de lo que se cuenta ya me era sabido, y en parte es de conocimiento público generalizado, pero la profusión de datos y la humanización en la que se profundiza me llaman muy gratamente la atención. Antes de trabajar para la empresa de Villarreal, el inolvidable artista mierense Chus Quirós me había hablado delicias de la leyenda de los Soriano/Colonques, cómo provenían de la plantación y exportación de naranjas, su apuesta por la "cerámica blanca" contra la opinión de que en España sólo cabía la tradicional roja. Otro buen asturiano, que tanto echa de menos la región, Luis Martínez Noval, alababa también la capacidad de Porcelanosa/Venís para abrir mercados en el extranjero.

En cualquier caso, la lectura del libro me reafirma la admiración por el trabajo bien hecho de estos castellonenses ejemplares, cuya trayectoria industrial en ocasiones se difumina tras sus éxitos publicitarios y comerciales, y no digamos por sus vinculaciones en la prensa del corazón o de esos palacios, que la propia edición menciona ya en el subtítulo.