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Fernando Granda

De Leopoldo II a nuestros días

Las razones por las que las gentes huyen de diversas zonas del planeta

La Sociedad Africana Internacional ha desaparecido, pero su legado sigue vigente. Leopoldo II, su "dueño", esclavizó a los centroafricanos y ahora lo hacen unas multinacionales. Quien siembra vientos recoge tempestades. Aquel rey de los belgas desapareció hace mucho tiempo, pero su estela la recogieron unas empresas que no han liberado a los nativos de la gran cuenca del río Congo aunque lo parezca. Allí sigue habiendo miseria, hambre, guerra, niños soldados, mujeres esclavas, de todo menos bonanza y democracia. Sigue habiendo riqueza y lujo, pero solamente para los explotadores. Por eso las gentes huyen.

El amplio sur del continente asiático, de Pakistán a Filipinas, estuvo bajo los colonizadores europeos, estados consolidados, organizados, estructurados, que impusieron una superioridad de estados ya poderosamente constituidos. Llegaron como unos comerciantes y se transformaron en paulatinos invasores con el fin, primero, de salvaguardar sus negocios e industrias; después, protegieron sus explotaciones de materias primas. Pero el nivel humanitario estuvo ausente. El poder económico impidió el poder político, aunque los británicos siempre han presumido de lo contrario. La democracia, tras "marcharse" oficialmente los colonizadores, es muy pobre o no existe en ese amplio territorio, el más poblado del planeta, y la vida de las personas es la más precaria de la Tierra, no vale nada. Por eso las gentes huyen.

La colonización española de América fue dura y la explotación hiriente, pero el expolio posterior, que continúa en muchas zonas, es sangrante, inhumano, esclavizante. Las "plataneras" son las dueñas de gobiernos y territorios. La vida no vale un peso y quien se rebela desaparece. Por eso las gentes huyen. En el Oriente Próximo, más de lo mismo. Y el recambio que intentan implantar, enormemente retrógrado, irracional y esclavizante, muy peligroso y mortal. Por eso las gentes huyen.

Quedan solamente unos recintos en que la vida merece la pena. Europa, Japón y el norte de América. Parece que algún otro país se aproxima a este estatus pero su democracia es aún muy rudimentaria. Es decir, señalo donde radican las sedes centrales de numerosas y oscuras multinacionales. Empresas muchas de ellas más poderosas que muchos gobiernos. Empresas que anteponen su beneficio a cualquier otra condición. Y esa condición produce guerras, miseria, hambre, expoliación e impide el progreso, la democratización y la superación de la colonización, con gobiernos corruptos, financiación de guerrillas, creación de secesiones, dictadores y guerras industriales de explotación. Todo un panorama, un mapa de dónde está la riqueza primaria de la Tierra. Por eso las gentes huyen.

La presunta complicidad entre estas empresas y muchos gobiernos no persigue a los explotadores, a las mafias traficantes de seres humanos, a los radicales políticos ni religiosos, a los sacamantecas de los primarios indígenas, los nativos, los desgraciados nacidos en unos países ricos expoliados por ricos extranjeros ejercientes de un poder absoluto no autorizado en regímenes democráticos, aunque consentido tácitamente. La historia nos dice que hace 140 años el rey Leopoldo II de los belgas presidió la Conferencia Geográfica de Bruselas con expertos y explotadores de varios países europeos que "pretendía" establecer normas filantrópicas para proteger el territorio africano y a los africanos de la explotación. 140 años después el espíritu de Leopoldo, que no fue rey de los congoleños sino su amo, lo mantienen las multinacionales explotadoras, los gobiernos lo continúan consintiendo, la miseria permanece, la democracia sigue sin implantarse en numerosos países y las guerras de religión perpetúan la persecución. Con esta situación a la Unión Europea sólo le preocupa la avalancha que llega de cientos de miles de inmigrantes y convoca cumbre urgente con más de ¡quince! días de antelación. Pero apenas ha cambiado nada en casi siglo y medio para ella. Stanley, que fue contratado por el temido rey, podría recorrer de nuevo la rica África hallado ya el pobre Livingstone. Por eso las gentes huyen.

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