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Joaquín Rábago

Empleabilidad

Las exigencias a quienes aspiran a entrar o a progresar en el mundo laboral

Al inicio de la crisis y conforme aumentaba el desempleo, se comenzó a hablar de "flexibilidad laboral". Era un eufemismo que pretendía darnos a entender que no era tan grave lo que nos estaba ocurriendo pues cada crisis ofrecía una oportunidad. Bastaba con ser imaginativos y reinventarse. Se buscaba convencernos de que no había cosa más aburrida que dedicar toda la vida a la misma empresa.

No se trataba, claro está, de esa utopía descrita por Marx de una sociedad por venir en la que el hombre podría dedicarse por la mañana a pescar, a cazar por la tarde y ejercer la crítica después de la cena... sin llegar por ello a ser pescador, cazador o crítico. Ni tampoco de la predicción del británico Keynes de que, para cuando sus nietos se hicieran mayores, el aumento de la productividad habría alcanzado tal grado que les bastaría muy poco trabajo para satisfacer sus necesidades. Por primera vez desde su creación, escribió Keynes, el hombre tendrá que enfrentarse sólo al problema de a qué dedicar su ocio y cómo llevar una vida agradable una vez felizmente liberado de la preocupación económica inmediata.

Ahora vemos lo equivocados que estaban ambos: el incremento de la productividad ha creado enormes bolsas de trabajadores redundantes. Ese ejército de reserva ha contribuido a hundir los salarios en muchos lugares mientras a los que siguen trabajando se les exige con frecuencia hacer horas extraordinarias que muchas veces ni siquiera se remuneran. Y por lo que se refiere a las necesidades, no sólo no se han visto satisfechas sino que han aumentado de modo exponencial, artificialmente fomentadas por la publicidad del consumo.

Y ahí es donde entra en juego lo de la flexibilidad. Si no conseguimos encontrar trabajo será porque no hemos somos suficientemente flexibles, porque no hemos sabido reinventarnos o no nos hemos esforzado todo lo necesario. La condición que se exige cada vez más para entrar o progresar en el mundo laboral es lo que algunos sociólogos llaman "empleabilidad", es decir, ese "conjunto de aptitudes y actitudes que permiten a una persona conseguir y conservar su empleo": motivación, espíritu positivo, compromiso, competitividad, innovación y cualificaciones.

Lo que se espera del individuo es que, mientras no encuentra trabajo, se esté formando en la esperanza de que un día alguien sepa valorar sus aptitudes y conocimientos porque, si no lo hace, sólo a sí mismo podrá culparse. Formarse en cualquier cosa, acumulando carreras, idiomas y diplomas, porque mayor será entonces su "empleabilidad". Y con suerte podrá abandonar un día, aunque sea temporalmente, ese creciente ejército industrial de reserva.

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