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Con vistas al Naranco

Jota de Jonás... y de Jabato

A propósito de la crisis de los refugiados sirios

Julia, mi nieta, hacía redacción introduciendo estrambote que revelaba personalidad en formación: "La J (jota) es la letra principal (del alfabeto)".

Coincidía al hilo telefónico, aunque inalámbrico, Jonás Fernández dando cuenta de los expulsados por guerra, desde la autodenominada estúpidamente Gran Serbia. El Padre Ángel, siempre en los abismos de la Humanidad, o de la inhumanidad, también acababa de hablarme. Ambos dieron noticia en LA NUEVA ESPAÑA.

Jonás, acompañado por Juan F. Carnicer, su colaborador, Carlos Carnicero, que recuerdo gratamente como ayudante de Menéndez del Valle, y J. J. López Gómez, assistant de Elena Valenciano, destacaba, como ensalzó Gemma Nierga en la cadena Ser, por votar en Estrasburgo y comparecer de inmediato en la frontera más caliente de la UE. "Médicos sin fronteras", siempre ejemplar, facilitó los movimientos. Ese reflejo moral de Jonás, y naturalmente del Padre Ángel, era testimonio cualificado para los ministros europeos reunidos el lunes.

En mi tiempo, el Europarlamento encargó informe con mi nombre sobre asilo, que, aunque aprobado, se incumplía. Al margen de diferencias políticas, he de resaltar el positivo matiz que quiere introducir Pablo Iglesias, de Podemos, para la solicitud en origen, que a mí me vetaron. En "Europeos, pero incorrectos", al alimón con Pablo Sánchez Lachica, trato ese lacerante itinerario legal. Por cierto, ya Sánchez, que fue extraordinario consejero mío, había estado en los campos sirios, entonces repletos de iraquíes, entre ellos la diminuta minoría mandea, en la que es especialista don Enrique López, sabio canónigo ovetense.

Me siento orgulloso como asturiano y amigo de este joven Jonás, que siempre supe tiene condiciones para superar mis mandatos europeístas.

Hubo un instante límite. Fue cuando tras dos horas de eufemística "retención" por la policía húngara, que, como opina Javier Solana, no tiene calidad democrática; Jonás, que quería constatar el submundo en que se hacinaban los refugiados, hizo una cabriola que, lejos, puede parecer extraña: "¡Soy eurodiputado y no querrán que mee en el prado a vista de todos!". Los policías de cualquier parte son muy sensibles a semejante absurdo surrealista, lo tengo probado en Rabat, y mucho antes en Bratislava, cuando se iniciaba la República Eslovaca, y en Burgos en el juicio en que indultaron a Garmendia y asesinaron a Otaegui. Ardid que permitió a nuestro eurodiputado acceder a las dependencias del hacinamiento.

"Jabato" ya está en la Real de la Lengua, los de mi generación lo teníamos antes en nuestro acervo colectivo por cómics que llenaron nuestros sueños.

Pues eso: Jota de Jabato.

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