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Sol y sombra

El asunto nacional

De la frase lapidaria de Cánovas al desliz de Rajoy

Mariano Rajoy se ha hecho un lío con la nacionalidad española durante una entrevista en una emisora de radio. La prisas de última hora por querer reconducir el separatismo llevaron al presidente del Gobierno a encasquillarse e improvisar sobre el negro futuro que les aguardaría a los catalanes fuera de España. Incluso a los que no están dispuestos a dejar de ser españoles en un hipotético país extranjero. Lo que Mariano se pregunta, hasta cuando trastabilla, es por qué algunos catalanes, pudiendo ser tres cosas a la vez se conforman con una y quieren renunciar a ser españoles y europeos.

Choca un poco con aquel aserto lapidario de Cánovas cuando, ante la dificultad de definir la nacionalidad en un proceso constituyente, el que fuera presidente del consejo de ministros dijo aquello de "es español el que no puede ser otra cosa". Rajoy no entiende que haya españoles que decidan ser simplemente catalanes pudiendo ser algo más. Pero al expresar su perplejidad, y ya digo con las prisas, da por sentado que resulta imposible ser español en otro lugar que no sea España. Todo ello, además, sin reparar en que Cataluña no va a dejar de ser lo que realmente es sencillamente porque se les haya ocurrido algo diferente a Mas, Junqueras, Romeva y Baños.

El escepticismo decimonónico de la nacionalidad ha proyectado algunas sombras sobre Fernando Trueba. El director de cine dijo el otro día, en un contexto contaminado, que él nunca se ha sentido español ni cinco minutos de su vida. En su caso, como en el de cualquier otro, estoy convencido de que no es así. No siempre elegimos ese tipo de sentimientos o identificaciones, que surgen de manera espontánea y delatan con frecuencia incluso a aquellos que no viven precisamente ensimismados por la idea de patria.

Más bien creo que Trueba quiso referirse al desprecio, en general, por los nacionalismos de todo tipo. Cada uno, a fin de cuentas, es de donde puede, como decía Cánovas, incluso de dos o tres lugares, y no tiene por qué sentirse especialmente feliz por ello.

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