Vamos a fiarnos los gijoneses de la buena fe de la ministra de Fomento, mujer pía, y pensemos que los grupos de la oposición pecan de malpensados cuando auguran que cambiar a estas alturas el proyecto de la estación intermodal para acercarla unos cientos de metros al centro urbano es condenar la actuación a otra década de penuria. Vamos a pensar que Ana Pastor no juega de farol cuando propone construir la estación en las proximidades del Museo del Ferrocarril, que es lo que prefiere la ciudadanía, porque es lógico pensar que cuanto más cerca, mejor. Ahora bien, a la Ministra, a sus técnicos y al Gobierno en pleno hay que exigirles compromiso de celeridad: que la vuelta de tuerca al embrollo de las vías no se convierta en una maniobra dilatoria. Y que lo deje bien atado por si acaso en diciembre hay cambio de Gobierno y vuelta la burra al trigo. Y si Pastor no cumple, como zamorana de cuna que es, que el Cristo de las Injurias se lo demande. Amén.
