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Cien líneas

Historias

Sigo el libro "Matar a Carrero: la conspiración", de Manuel Cerdán, que es más que impresionante. Cerdán anota que en el otoño de 1973 "Josu Ternera permanece varias semanas en el barrio" de Campamento de Madrid "y ya es popular entre el vecindario. No logra ocultar su procedencia y le toca soportar los ya recurrentes comentarios sobre 'los de ETA'".

Los terroristas descartan secuestrar a Carrero Blanco. Deciden asesinarlo. Así las cosas "en la segunda semana de noviembre reaparece en escena nuevamente el personaje misterioso del hotel Mindanao" que en una anterior cita les había informado con detalle de las costumbres rutinarias del almirante.

Ezkerra se ve con el misterioso personaje que le da "un sobre cerrado. En su interior guarda una cuartilla con una dirección -Claudio Coello, 104- el nombre de su propietario -Francisco Fernández Villalta- y la observación de que está en venta". Al poco Ternera deja el comando y se va a Francia. Un mes después era asesinado Carrero. Era el presidente del Gobierno y estaba abrumadoramente desprotegido.

El 21 de enero de 1973, Ternera había asaltado un polvorín de Hernani consiguiendo más de 3.000 kilos de dinamita. Parte de ese explosivo fue el que se utilizó en el atentado contra Luis Carrero. Tras la muerte de Txikia, que fuera responsable del frente militar de la ETA, Ternera se hizo cargo de dichas responsabilidades.

Y ahora 42 años después, resulta que han estado a punto de detenerlo en una operación en la que, aseguran, han caído los jefes máximos de la ETA -bueno, Ternera ya lo es desde hace más de cuatro décadas- y todo en vísperas de unas elecciones cruciales. Sin comentarios.

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