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Profesor de Psicología y director de cortos

Carlos, yo de mayor quiero ser como tú

La oportunidad de conocer y trabajar con alguien de una generosidad sin límites

Está de luto el mundo del cine, del teatro, de la literatura? Nos ha dejado Carlos Álvarez-Nóvoa.

He tenido la suerte de trabajar con él y, sobre todo, de haberle conocido. Por eso siento la necesidad de dedicarle estas líneas, quizá en busca de cierta catarsis, como en las tragedias griegas, origen de su amado teatro.

La historia comenzó con un correo que le escribí a su representante, con más ilusión que esperanza, enviándole el guión de un cortometraje cuyo papel protagonista soñaba con que interpretara. ¡Y quién no! ¡Si ha hecho hasta de Dios y el papel no le venía grande! A los dos días, Carlos me escribía personalmente poniendo los huecos libres de su agenda a mi disposición. No me lo podía creer: él en Sevilla y yo en Asturias, sin conocernos de nada; él cargado de experiencia y yo apenas dando los primeros pasos; y estaba dispuesto a viajar cualquier fin de semana, desinteresadamente, para darle voz a uno de mis personajes. Y qué voz? Carlos abrazaba con la voz. Lo pude comprobar de primera mano el día del ensayo en un hotel de Candás. Nunca lo olvidaré. Es difícil explicar lo que supuso para mí escuchar en boca de un actor como Carlos un texto que había escrito sin imaginar que algo así podría suceder. Luego, tras el primer chasquido de claqueta, dejó claro en qué consiste interpretar. Silencio en el espigón, caras atónitas en el equipo, emoción, magia. De nuevo, no me lo podía creer. Como tampoco me creo ahora que se haya ido tan pronto.

He tenido la oportunidad de conocer y trabajar con un grande. Un hombre de generosidad sin límites, de buen paladar y mejor estómago, entrañable, comprometido, cariñoso, un amigo de los que no se olvidan.

Así que Carlos, ahora me dirijo a ti. Habíamos quedado en que iría a verte a la sala Princesa del María Guerrero (conociéndote, seguro que estarás estudiando para tu próxima función), y también que vendrías a la presentación del corto y a dormir a la panera de Pili y Milio que tanto te gustó y que, esta vez sí, ibas a compartir con Carmen en tu querida Asturias. Pero mira tú por dónde, nuestro corto trata sobre la fragilidad de la vida y, de repente, te has ido sin avisar, dejándonos huérfanos. Ahora sólo nos queda poner todo el empeño para que la gente pueda disfrutar, una vez más, de tu talento. Quizá el nuestro sea tu último corto en ver la luz. Y no sabes cómo me duele que no lo hayas podido ver, ahora que tan sólo faltaban los últimos retoques. Nunca me perdonaré no haberte enviado el pre-montaje, al menos te habrías hecho una idea. Pero quizá encuentre una manera de hacértelo llegar.

Por último, quería decirte una cosa: seguramente nada amortigüe el dolor de tu familia pero, pase lo que pase, siempre nos quedará tu legado artístico y humano. Yo, desde luego, me siento en deuda contigo, Carlos. Y lo confieso, de mayor quiero ser como tú.

Un abrazo, amigo.

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