La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mezclilla

Carmen Gómez Ojea

Una buena gijonada

Consideraciones en torno al premio "Café Gijón" y a quien lo financia

Es enojoso y triste que gente que encuentras en la calle te hable claro, igual que Berceo, poeta, peregrino y juglar a lo divino de la Virgen, como a alguien amigo y vecino, y te cuente su penosa percepción de que Asturias aguanta y calla sin rechistar como una fámula acostumbrada a comer el pan duro y las sobras de la mesa del amo y a vestirse con las ropas viejas de quienes la enseñorean y empequeñecen hasta el extremo de tenerla inexplicablemente en un puño y castigarla, por ejemplo, a no poder desplazarse directamente, sin pasar por Madrid-Barajas, o por el Prat de Llobregat barcelonés, a todos los lugares de Europa, por contar con un solo aeropuerto, mientras los gallegos tienen tres con vuelos transoceánicos a las Antillas, al Caribe, y acaso a la misma Luna lunera, en la que vive, al parecer, según la canción, uno de ellos, por lo que la Asturias viajera intercontinental que no puede ser usuaria del de Santiago del Monte de Castrillón, va al de Parayas o Seve Ballesteros de Santander, evitando enlaces catalanes y madrileños con lo que ahorra un sustancial dinerillo; y además de eso, se ve obligada casi siempre a embarcar en los aviones por las puertas más alejadas de la parte central y animada del aeropuerto, para acceder a la aeronave muchas veces en el coche de san Fernando o en un autobús de viajeros hacinados o en un trenecito subterráneo a cuya lejana estación, para no perderlo y perder también el vuelo, es preciso ir a la carrera con la lengua afuera, a través de pasillos interminables y de subir y bajar escaleras.

Pero lo más penosamente grotesco e indignante para mucha población ástur, sucede cuando Asturias, madre de revoluciones, es la anfitriona de la fiesta, la que pone para el evento el dinero que recauda mediante los impuestos que pagan sus hijas e hijos por trabajar, que es una actividad carísima debido a la mordida que se le da a la suma percibida, y ocurre entonces que los groseros invitados le dan de lado, por detrás y por delante, y ni siquiera la sacan en la foto de los asistentes o, si aparece en ella, lo hace en una esquina, igual que si fuera una arrimada intrusa, un pegote, y en el pie de la fotografía figuran uno por uno los nombres de todos los asistentes, menos el de ella.

Como muestra aún reciente y, más que caliente, quemante, de todo esto, que causó una reacción furibunda en muchas personas que leen las noticias y están muy al quite del trato que se les da a los mandantes de su tierra cuando pasan el Negrón, es lo sucedido durante el fallo del premio "Café Gijón"; no de la Villa de Gijón que tiene un Café Gijón, sino de la villa de Madrid, patrocinado por el consistorio gijonés con una dotación de veinte mil euros, dados a escote pericote por quienes en Xixón, trabajan y pagan impuestos, gentes de todas clases y también de prez y de pro. Pues, según mis dolidos y rabiosos informadores -que no son separatistas ni patriotas idiotas, sino currantes y creyentes en que la solución para acabar con tanto dolor, tanta muerte, tanta impiedad está en una agrupación Internacional Revolucionaria de personas hartas que acaben de una vez con este capitalismo agónico que sigue peleando con la crueldad de quien sabe que está cercano su fin- durante el acto en el que se desveló el nombre del autor y el título de la novela ganadora, se hicieron fotografías que se publicaron en diversos medios de comunicación, en las que aparecen el presidente y demás integrantes del jurado muy orondamente sentados y, en una esquina, no en el centro del grupo, el director de la Fundación Municipal de Cultura de Xixón, cuyo nombre no se menciona a pie de foto como ocurre con los demás, pese a ser el representante en el evento de la alcaldesa y del Ayuntamiento gijonés que pone el huevo de dinosaurio de más de mil docenas y media de euros como premio de ese concurso; y la misma actitud desdeñosa se mostró, al parecer de esos observadores, con la secretaria gijonesa, encargada de levantar acta de las votaciones que decidieron el resultado del certamen, a la que sí se nombró en algún noticiero, pero no se le vio la cara en ninguna fotografía de ese acontecimiento.

Y uno de mis informantes que se califica de "hipersupergijonudo" y los de su panda tienen el proyecto de recoger firmas para pedirle a la corporación municipal que ese premio de novela no se falle en Madrid, donde nació, sino aquí, en esta nuestra Gijón, Xixón, en la que resucitó para continuar creciendo, pues tanto las gijonudas como los gijonudos de su peña están hasta el dengue y la montera picona de desaires y de ser considerados como inferiores.

Luego me preguntó mi opinión y le dije que me parecía una buena gijonada y que lo felicitaba a él y a los demás de su beligerante pandilla por ser tan excelentes centinelas, vigías, guardianes y detectives del destino del dinero de la comunidad y que, si toda la ciudadanía mundial fuera igual de escrupulosa, otro gallo nos cantaría, incluso los de las veletas, a los habitantes de este planeta que tanto maltratamos y hacemos cada día más invivible.

Compartir el artículo

stats