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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Himnos y banderas

Uno siente sana envidia cuando, en un compromiso deportivo de altura, los contendientes extranjeros entonan a capela su himno nacional. Y se imagina que ese ritual previo a la contienda -el fútbol es la guerra en su versión menos cruenta- enerva al grupo y le hace saltar al césped con idéntica certeza de victoria que una soflama infunde a la carga de la infantería. Como el himno de España no tiene letra, los nuestros miran al cielo y callan. El nuestro es un país acomplejado que, lejos de sentirse orgulloso de su pasado, de la bandera que Colón clavó sobre suelo desconocido al otro lado del océano, prefiere ocultar, de puertas adentro, ese sentimiento de pertenencia. Ver a futbolistas vencedores de un campeonato enfundados en la bandera catalana, gallega, andaluza o asturiana en lugar de la española no es más que una muestra de la balcanización y la deriva de un país -y de una sociedad- que se fragmenta. Y que se empeña en empequeñecerse sin remedio.

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