Impresionante la foto en que el papa Francisco y el comandante Fidel Castro se estrechan la mano en la reciente visita de aquel a Cuba. Decía un bolero de Ferro y Livi: "Cómo han pasado los años, cómo cambiaron las cosas. Y aquí estamos lado a lado". El bolero, en una de las acepciones que recoge el diccionario de la RAE es "canción de ritmo lento, bailable, originaria de Cuba, muy popular en el Caribe, de compás de dos por cuatro y letras melancólicas". Melancolía, dos ancianos: "Cómo han pasado los años, qué mundo tan diferente? Y aquí estamos frente a frente". El Papa mira a los ojos al Comandante, pero al héroe del "Granma" se le va la vista hacia la nariz del Pontífice. Sin embargo, el apretón es fuerte, de hombres machos: "Cómo han pasado los años, las vueltas que dio la vida".
Me parece muy bien que la gente se dé la mano, se la estreche y apretuje. Soy muy partidario de que el personal dialogue y se palmee la espalda. Fanático de los besos, mejilleros o labiales, soy: incluso de los piadosos besos en la frente. Todo mejor que andar a hostia limpia. Pero cuántas soledades y morriñas me trae esa foto. De hecho, me ha envejecido muchísimo verla, mucho. Ya soy casi el replicante Roy Batty de "Blade Runner", a punto de palmarla: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: naves ardiendo más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser". Cuando asista en el futuro a alguna conversación que decaiga, tengo prestas mis palabras para los jóvenes que escucharen: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: he visto al Papa dándose la mano con Fidel en La Habana". Me sacan a hombros.
Qué rico es el idioma español para describir tales situaciones: "Nunca vi nada igual", "Nunca tal cosa vi", "Si me pinchan, no sangro". "Quién la vido y la vee ahora, ¿cuál es el corazón que no llora?", se lamenta y pregunta Sancho Panza. "Quién te ha visto y quién te ve", "Ya ni en la paz de los sepulcros creo" (dicen que escribió Zorrilla, aunque no: el de Valladolid escribió el verso en modo afirmativo). "Cosas veredes", dicen que dijo don Quijote (tampoco es verdad: el dicho viene del poema LXXII del Romancero del Cid, cuando el Rey reconviene al héroe, que discute con un fraile: "Cosas tenedes, el Cid, que farán fablar las piedras, pues por cualquier niñería facéis campaña [a] la iglesia". Mi abuelo materno, hombre viajado, mantenía la esperanza: "Mientras no vea parir a un hombre?" (hoy ya no podría sostener ese entonces imposible). Pero sigue el genio del idioma castellano hablando: "¡Querrás creer?!", "¡Qué nos quedará por ver!"
Ahí está el héroe de la Revolución, Patria o Muerte, Cuba, qué linda es Cuba, No al Bloqueo, Venceremos, estrechando la mano vaticana, la mano de los odiados curas, en la persona del Cura Máximo. Y, ya lo dije, lo veo muy bien, soy muy partidario, todo el mundo tiene su coranzoncito, pelillos a la mar, aquí no ha pasado nada, amigos para siempre, qué pasa, compay, "to er mundo é güeno".
Pero ¿y ese chándal de Adidas que luce Fidel? ¿Ese chándal imperialista, opresor del pueblo? Pero, mi comandante, ¿qué se hizo de sus asesores, dónde está el puro, dónde el uniforme verde olivo, cómo no despiden al guardaespaldas del fondo de la foto, el de la guayabera, por no advertir al Genio de que no se puede andar así vestido cuando se es el Líder Máximo? Y me sigo preguntando: para andar en estas componendas salutatorias, ¿por qué no anduvieron en estas componendas salutatorias muchos años atrás, ahorrándonos tanta mentira, tanta miseria, tantas penas? El demonio del realismo me susurra: "Porque es ahora cuando conviene al Poder. Ibais a construir el hombre nuevo y solo alcanzasteis a crear el chándal nuevo. imbécil".
