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Cien líneas

Totalitarios

La filosofía o es crítica o es propaganda. En estos tiempos de dictadura de lo políticamente correcto prácticamente no existe. Quiero decir que no existe públicamente aunque, como es sabido, todo el mundo, incluso a su pesar, es filósofo. No existe, por así decir, la buena filosofía, la que es capaz de una crítica demoledora de la trama de ideologías que tienen a la humanidad de rodillas. Mala filosofía, por el contrario -a fin de cuentas, propaganda- hay más que nunca. Basta con echarle una ojeada al mercado: filosofía del fútbol, del jamón, del socialismo... es lo mismo a fin de cuentas.

En Oviedo tenemos a Gustavo Bueno, sin duda el filósofo número uno y quien lo dude que cite a otro que le llegue siquiera a la suela de los zapatos en su capacidad de ahuyentar las sombras de la caverna. Ni remotamente.

Y como Oviedo deja mucho que desear ocurre lo que ocurre. Presenté una vez a Bueno en una tertulia de notables -no menos de 25 conspicuos, entre ellos media docena de los que cortan el bacalao en Asturias- y ni uno había leído un solo libro del filósofo y eso que lleva aquí desde 1960, ha escrito decenas de títulos, además de cientos de artículos y miles de clases y conferencias. Saqué una conclusión. De haber leído algo apenas les habría aprovechado: ya se sabe, un burro aunque coma libros nada aprende.

Bueno fue la bestia negra de la derecha franquista y, ahora, de la pan izquierda totalitaria -la derecha, siempre clerical, le sigue teniendo pánico por ateo- así que entre unos y otros quieren asfixiar a la fundación que lleva su nombre. Van errados porque corre por la red como Usain Bolt. Se vio el otro día en Madrid: llenazo para ver el documental sobre su vida y obra.

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