Ya sabíamos que en lo que respecta a su vuelo por Asturias, el AVE es pájaro de mal agüero. Tal que en vez de ave del paraíso prometido o pavo real más parece una corneja o un cuervo. O un pato mareado, a la vista del morro en forma de pico del convoy que partió de Gijón con 45 minutos de retraso el miércoles, en el primer viaje por el nuevo trayecto castellano de la alta velocidad. Pato mareado, insisto, porque según explicó la empresa, el maquinista se sintió indispuesto y hubo que llamar al suplente, que se encontraba tan plácidamente en Oviedo. Menos mal que el conductor reserva no tuvo que calentar como un futbolista en banda, de lo contrario el tren había llegado a Madrid al rosario de la aurora. Si serán comprensivos los asturianos que pese a las incidencias que retrasaron el viaje inaugural aún manifestaron que la conexión en cuatro horas "es un gran adelanto". A este paso Job desbancará en el santoral asturiano a Melchor de Quirós. Santa paciencia.
