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Joaquín Rábago

Los refugiados como negocio

Sobre los que sacan provecho de la desgracia ajena

Ya no son sólo las mafias de los países balcánicos o la romana, últimamente también muy activa, quienes hacen negocio con los refugiados que, huyendo de la miseria o las guerras, llegan a Europa con lo puesto tras haberse dejado por el camino todos sus ahorros si algo tenían. En Alemania se calcula que un refugiado le puede costar anualmente al Estado entre 10.000 y 14.000 euros, y si son 800.000 los que pueden llegar en un año basta multiplicar para ver la magnitud del negocio para algunos.

Según cuenta, por ejemplo, el semanario "Der Spiegel", ya hay inversores de las finanzas interesados: por ejemplo, una empresa dedicada a la prestación de servicios llamada ORS AG, que gestiona ya dos asilos de refugiados en Baviera. Una empresa tras la cual se esconde la firma suiza de capital inversión Argos Soditic y que, al decir de esa revista, no goza de la mejor reputación: cerca de Zurich gestionaba una granja donde alojaba a solicitantes de asilo en angostas habitaciones con tres camas y pedía supuestamente 700 francos suizos por persona.

Se cuenta también el caso de una hotelera berlinesa que cobra a las autoridades de la capital precios abusivos por albergar a los refugiados: una familia de nueve miembros lleva viviendo cuatro meses en su establecimiento y cobra por ella en torno a 7.000 euros al mes.

La autoridad responsable de sanidad y asuntos sociales de la capital alemana expide a los refugiados bonos para su alojamiento en hoteles de hasta 50 euros por noche y cama sin muchas veces controlar la calidad del servicio prestado, de modo que con cuartos de reducidísimas dimensiones pueden obtenerse al mes ingresos muy superiores a los 4.500 euros. A veces se utilizan tiendas de campaña y contenedores para cobijar a los solicitantes de asilo. Hay una empresa de Essen que se ocupa de 15.000 a los que aloja en un centenar de instalaciones y por los que cobra sólo entre diez y veinte euros por cabeza. La empresa en cuestión puede llegar a facturar este año 46 millones de euros y obtener al final más de 4 de beneficios.

Entre los principales beneficiarios figura también una empresa estadounidense como es Western Union, dedicada a las remesas de dinero, que se lucra con los envíos que se ven obligados a hacerles muchas veces a los refugiados los familiares que dejaron atrás, o las compañías de telefonía móvil que les venden tarjetas de prepago.

A todo ello habrá que sumar las ganancias futuras que significará la abundancia de una mano de obra joven, muchas veces cualificada y dispuesta a trabajar allí por el dinero que sea y en lo que haga falta, en abierta competencia con la fuerza de trabajo local, que verá cómo se rebajan sus sueldos.

Para algunos, la desgracia ajena sólo trae ventajas.

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