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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Horas de otoño

Parece que fue ayer y ya echamos en falta las horas soleadas del verano. Desde hace días medimos el otoño por la alfombra de hojas secas que yacen sobre el pavimento de la plazuela de San Miguel. También por el color pálido del mar, que en Gijón es siempre espejo del cielo, ahora grisáceo de amenaza de lluvia, sometido a los designios del viento gallego. Se escabuye el sol de su cárcel de octubre algunas horas del día, pero se antoja apenas espejismo, burdo engaño de los termómetros. Extiende el otoño su tiranía y la soledad, como el gobierno de lo oscuro, se agranda; y la humedad se cuela por las rendijas de las casas y las salas de espera de los médicos se llenan de achaques y de recetas de orfidales. Pronto se disparará la factura de la calefacción y gobernarán los fogones los platos de cuchara. Y yo, huérfano de luz, te echaré, más aún, de menos.

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