La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Clave de sol

Crispación contra democracia

Las notas más características de ciertas nuevas corporaciones municipales

Si hubiera que destacar las notas más características de ciertas corporaciones municipales que acaban de cambiar de signo político, yo diría que son dos, a saber: la soberbia y la agresividad. Ambas incompatibles con toda sensibilidad democrática. Parecen decir: hasta que no llegamos nosotros, todo fue un desastre. Lo que no implica en absoluto ignorar posibles irregularidades pretéritas, que tienen sus pautas legales.

Ahora se demonizan por sistema las administraciones anteriores que, al parecer, todo lo hicieron mal sin mezcla de bien alguno. Materia en la que, por cierto, ¿quiénes pueden tirar la primera piedra? Uno, que es antiguo, había entendido que la democracia se fundamenta en el respeto a todas las convicciones a través de la libre participación y no a una suerte de combate en un clima de crispación general.

Parece que no es así. No otra conclusión se desprende de las actitudes y declaraciones de los recién llegados al poder que consideran una anomalía la existencia y el proceder de sus oponentes políticos convertidos en poco menos que un objetivo a exterminar. Uno de los más locuaces recién llegados al cotarro político propone, con un lenguaje torrencial y decimonónico, "tomar al asalto" las trincheras del enemigo (?).

Lo primero es tirarse a la yugular. Una destacada edil, de fuerte protagonismo sobrevenido por aquí cerca, se propuso desde el primer momento en sus declaraciones "desalojar" del Ayuntamiento al hasta entonces partido en el poder. Con el que además es descartado de mano cualquier tipo de pacto posible en lo futuro, como si sus integrantes fueran unos apestados.

Levantar alfombras, revisar contratos, desmontar costumbres, descubrir chanchullos, suprimir privilegios, desprivatizar servicios? ¿Será posible que todo estuviera tan mal en los ayuntamientos?... Si fuera así, la pregunta es: ¿qué hacía la oposición que no denunciaba semejantes irregularidades?...

En definitiva, un clima político crispado y disolvente -como inspirado en una obra de Julio Verne- no sólo en las corporaciones locales sino, por desgracia, en toda España tras los acontecimientos de los últimos meses. Que hunden sus raíces en la debilidad y el buenismo con los que se ha administrado durante el último tercio de siglo el espíritu de la transición en la ingenua idea de contentar a quienes no se iban a contentar.

El llamado zapaterismo, con su revanchismo guerracivilista y sus concesiones al separatismo, vino a poner la guinda en el pastel. No es de extrañar que los verdaderos demócratas se dejen llevar, acaso con exceso, por la tentación del pesimismo. Ahora, jóvenes inexpertos recién llegados nos quieren redimir.

Es urgente creer que no todo está perdido.

Compartir el artículo

stats