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Lo que hay que oír

Francisco García Pérez

El caso de los asesinos de artículos

El camino hacia la tumba de nuestros "el, la, lo, los, las, un, una, unos, unas"

En realidad, debería haber titulado estas líneas, querido lector, como "Caso asesinos artículos", dando muerte violenta de esa forma a los artículos que se llaman definidos o determinados, a los indefinidos o indeterminados y cargándome de paso un par de preposiciones. "Caso asesinos artículos": ¿a que parezco un plumilla amarillista de cierta prensa americana o un usuario de Twitter? (Por cierto, dice la Fundéu BBVA que Twitter "como nombre propio de la red social, debe escribirse así, con mayúscula inicial, 'w' y doble 't', ya que es una marca registrada". Pues nada, a mandar). A lo que voy: lo que en principio fue una gracieta idiomática aún conservada en el uso ("Fútbol es fútbol", "Punto es punto" y tal y tal) de algunos entrenadores de fútbol que de Serbia venían y artículos en su lengua no tenían, se está extendiendo al lenguaje común de modo tal que caminan hacia la tumba nuestros "el, la, lo, los, las, un, una, unos, unas". Y el mismo funerario camino llevan las pobres preposiciones.

Nada me extrañaría menos que, dentro de nada, leyésemos la siguiente crónica tras un partido del Real Madrid: "Victoria trabajada. Partido incierto final. Madrid entendió tarde partido. Futbolistas Malmoe gozaron minutos choques pelotas llovidas". O bien, si usted es culé, leería como resumen de un lance del encuentro entre el FC Barcelona y la UD Las Palmas lo siguiente: "Salida vestuarios ritmo juego bajo. Internadas Sergi Roberto ponían peligro. Joven delantero Munir asistió interior área, Suárez fusiló portería doblete". ¿Que es usted del Real Sporting? Lea: "Betis salió Gijón valioso botín remontada Rubén Castro. Punta Betis asistió Joaquín consumó reacción verdiblanca. Velocidad juego equipo Abelardo sacudió Betis". ¿Del Real Oviedo?: "Tablas partido matinal Martínez Valero. Resultado justo, méritos contraídos equipos. Encuentro comienza Oviedo bien plantado terreno juego, monopolizando posesión balón sorprendiendo Elche".

No, no se rían: hacia ello vamos. Y lo digo porque ya lo voy oyendo en ciertas informaciones metereológicas de la tele a esos profesionales tan guapos y tan guapas y tan dicharacheros y tan ágiles y bailonas que hasta gusta y emociona que le anuncien a uno con tanto optimismo que se acerca lo que hoy llaman una ciclogénesis explosiva, y antes se llamaba temporal, galerna, tempestad, borrasca, ventarrón? En efecto, acabo de escuchar a una señorita pizpireta (o sea, "viva, pronta y aguda", no se me vaya a enfadar nadie, por favor), mientras señalaba a un mapa de colorines, incomprensibles para un servidor, que "despediremos semana con aguaceros en Cantábrico". No que "despediremos la semana con aguaceros en el Cantábrico": "Despediremos semana con aguaceros en Cantábrico", toma ya economía del lenguaje. Animo a algún compañero suyo pizpireto a que dé un paso más y nos atice un "despediremos semana aguaceros Cantábrico", con lo cual ahorraríamos tiempo y ganaríamos en bobadas sin sentido. Muerte a los artículos, muerte a las preposiciones.

¿Y qué me dicen de ciertos nuevos enólogos o gastrónomos, de esas especies que han surgido como ejércitos atilanos (de Atila) o atilienses, o como se diga, en cualquier publicación, en cualquier programa, en tertulia cualquiera? Me he enterado por ellos de que las comidas y bebidas ya no dejan "sabor en la boca", que lo que dejan ahora es "sabor en boca" (y, dentro de nada, ya lo verán: "sabor boca"). He tomado muy buena cuenta de ello para cuando acuda a una cita con una dama a la que desee impresionar durante la cena. Ahora bien (y por seguir con la cita de la cita), ¿debo extender este asesinato de artículos y preposiciones y pronombres a mis (honestas) proposiciones a la susodicha? Ya me lo estoy imaginando: "Encantan ojos hermosísimos, dulzura gestos. ¿Pasaría resto velada apartamento? Mostraré grabados japoneses factura delicada. Dulces besos, usted llevará en boca sabor mí". Un guantazo resonaría en todo el local. O sea, guantazo resonaría todo local.

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