El puerto de Gijón inicia una nueva etapa con la designación de Laureano Lourido, un hombre de mar, como presidente de la Autoridad Portuaria y con la llegada de un profesional de perfil técnico, el ingeniero de Minas Gonzalo Mallo, a la dirección de El Musel. Ambos proceden de la Terminal de Graneles Sólidos, el gran activo portuario gijonés, pero están llamados a liderar la diversificación de los tráficos de un puerto que no acaba de despegar, sometido a frecuentes vaivenes.

El papel preponderante que, en sus primeros pasos al frente del puerto, Lourido ha querido dar a los servicios jurídicos de El Musel hacen pensar que el nuevo dirigente pretende plantear la batalla, por la vía legal, a los distintos frentes judiciales abiertos contra la dársena gijonesa, ya sea con Europa por la denuncia de supuestas irregularidades en las obras de ampliación, que pueden suponer la pérdida de las millonarias subvenciones europeas concedidas en su día al Puerto; ya con la Audiencia Nacional, donde se practican diligencias por los elevados sobrecostes de la ejecución de unos trabajos bajo sospecha y por la que ya figuran como imputados, entre otros, el presidente y el director portuarios de la época en que se ejecutaron las polémicas obras investigadas, Fernando Menéndez Rexach y José Luis Díaz Rato, respectivamente.

Independientemente de los esfuerzos que los nuevos directivos de la Autoridad Portuaria y su equipo jurídico habrán de hacer en un intento por defender los intereses de El Musel ante los tribunales, para tratar de que al menos las sanciones económicas, si es que llegan, sean lo menos dolosas posibles, hay otros asuntos no menos relevantes que exigen un cambio de rumbo respecto a las gestión anterior.

Uno de los primeros empeños de Lourido debe ser pelear decididamente por la recuperación de la autopista del mar Gijón-Nantes, línea marítima en la que se depositaron muchas esperanzas, que funcionó a buen rendimiento durante sus primeros años pero que la naviera adjudicataria, LD Lines, cerró al finalizar el periodo de subvenciones europeas, al considerar que sin ayudas oficiales la línea no sería rentable. Ayer mismo, representantes de los dos países que comparten la línea, España y Francia, discutieron sobre el futuro de la autopista del mar, para cuya reapertura sólo existe una oferta, la presentada por empresario gijonés afincado en Madrid Rafael Riva Meana, propietario de Naviera Riva Suardíaz, S. L.

La pasada semana se celebraron en Gijón, organizadas por la patronal Asetra, unas jornadas sobre transporte, y la autopista del mar fue el asunto más debatido en una mesa redonda de expertos del sector en la que participó también el nuevo presidente de la Autoridad Portuaria. Los transportistas abogaron por que la línea se reabra, al resultarles muy beneficiosa en coste y tiempo de desplazamiento de mercancías, aunque reconocen que el volumen de carga que llegaba al barco no garantizaba su rentabilidad.

No es fácil que una naviera se arriesgue, sin subvenciones, a reabrir la línea, pero es trabajo del Puerto de Gijón hacer todos los esfuerzos necesarios, en cuantos foros sea posible, para recuperar un servicio que puso a El Musel en el mapa del sistema europeo de transportes marítimos.