Una vez que el Ministerio de Fomento ha dicho que sí a todo lo que pedía Gijón para sus vías y estación intermodal, y aun con la sospecha de que exista gato encerrado, conviene sacar consecuencias al soterramiento de las vías en su llegada a la nueva estación. Las de Alta Velocidad, según los estándares habituales, han de tener 400 metros de longitud, una horizontalidad perfecta y no ser trazadas en curva. Todo ello indica cómo habrá que situar la estación en el entorno del Museo del Ferrocarril, pero hay más. Calculamos que las vías soterradas podrían estar a unos seis metros de profundidad, y como las pendientes aceptables en vías son de 20 milésimas (es decir, la vía baja o sube dos metros cada mil), el canal de entrada a la estación debería iniciarse tres kilómetros antes.
Sin embargo, Fomento ha dicho que las vías comenzarían a descender a partir del río Pilón, que se halla en la curva del parque de Moreda, a poco más de un kilómetro de la futura estación. Por tanto, o van a desarrollar una pendiente muy pronunciada o no nos lo explicamos. Ciertamente, mover el canal de un río para poner unas vías complica bastante las operaciones, pero con cosas similares tendrán que contar, por ejemplo, con los dos colectores subterráneos del río Cutis que discurren justo por donde se quiere colocar la estación. Por tanto, hay mucha tela que cortar todavía, pero no se han de perder las oportunidades derivadas de que las vías sean soterradas más o menos desde La Calzada. Su desaparición en superficie uniría Moreda con Tremañes y esta ultima zona está destinada a ser el gran área de crecimiento residencial de la ciudad, una vez que sus envejecidos polígonos se trasladen a otro espacio, por ejemplo, a la ZALIA de San Andrés. Así se hizo en zonas industriales del interior de Gijón, mediante recalificaciones a cambio de traslados. Aún no es el momento, pero soterrar la vías será un punto clave.
