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Cien líneas

Patria

Doce de Octubre, fiesta de la Hispanidad, día de la nación española... y todo a cuenta -ahora dicen cuento- del Descubrimiento de América, el acontecimiento más trascendente de la historia global. Por cierto, uno de los impulsores de la festividad oficial, con el nombre de Día de la Raza, fue el gijonés Faustino Rodríguez-San Pedro, ministro de Hacienda, de Estado y de Instrucción Pública con Alfonso XIII.

Todo indica que España tiene los días contados. La hoja de ruta de ZP, que viene de mucho antes y está dictada por los Bilderberg o quien demonios esté al cargo, experimentará a partir del 20-D un fuerte acelerón: nueva Constitución ¡para romper la nación!

No todo está perdido, sin embargo. Como no lo estuvo en 711 o 1808, aunque los optimistas, entonces, como ahora, cabían es una cabaña o en una taberna.

El español es la clave. Los idiomas no son instrumentales. O no sólo son instrumentales. No se piensa igual en español, francés, alemán o ruso. La expansión del español, segundo idioma del mundo tras el inglés -chino y árabe tienen una unidad precaria-, se debe a su funcionalidad lingüística -como enseñaba Alarcos-, pero también a los valores -un idioma es una montaña de matices- y los conceptos que no se pueden formular en otra lengua, como explica Bueno.

Para la revolución industrial el inglés fue muy eficaz. En la nueva era, aún sin denominación, lo será el español. La diferencia entre los dos imperios, el depredador anglosajón que se está derrumbando y el integrador español, para el que suena una nueva hora, es luminosa.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente el Himno Nacional).

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