A la fuga de talentos se suma ahora la huida de empresas asturianas que cambian de domicilio fiscal. Los jóvenes más preparados abandonan la región por falta de empleo y perspectivas laborales; los empresarios, porque los fríen a impuestos y buscan acomodo bajo el paraguas de comunidades autónomas donde económicamente se aguantan mejor el chaparrón y los chuzos de punta de la crisis. También alegan los patronos que influye sobremanera el estado de las comunicaciones: ese avión que se va y que resulta muy caro, ese tren que no acaba de llegar, ese peaje que se mantiene, esa autopista del mar que echa el cierre y nadie apuesta por reabrir... Lo bueno de la mejora de las infraestructuras del transporte es que pueden ayudar a que menos gente de Asturias tome las de Villadiego; lo malo es que poner aviones, parchear autopistas, habilitar trenes y fletar barcos ayuden a que los que tienen decidido marcharse lo hagan aún más rápido.
