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Cien líneas

Competidor

Amancio Ortega es el ciudadano más rico del mundo. ¡Un español! Nunca había ocurrido tal con la excepción del duque de Lerma, pero mejor no establecer comparaciones entre un empresario benemérito y un noble desvergonzado. Y es que Lerma anduvo con la corte de Madrid o Valladolid y vuelta y en cada pase se hacía previamente con ingentes terrenos con los que dio pelotazos monstruosos. Cómo sería la cosa que para sortear el peso de la ley compró la dignidad de cardenal. De ahí esa coplilla, atribuida a Quevedo, que dice "Para no morir ahorcado / el mayor ladrón de España / se vistió de colorado".

El textil en España siempre fue cosa de Barcelona, capital y provincia. ¿Cómo? Lo cuenta Stendhal en su "Diario de un turista", de 1839: "Los catalanes quieren leyes justas a excepción de la ley de aduana, que debe ser hecha a su medida. Quieren que cada español que necesite algodón pague cuatro francos la vara, por el hecho de que Cataluña está en el mundo. El español de Granada, de Málaga o de La Coruña no puede comprar paños de algodón ingleses, que son excelentes, y que cuestan un franco la vara".

El proteccionismo, el arancel, la torpe ventaja... en 1787 Galicia tenía casi el doble de población que Cataluña: 1,3 millones de gallegos frente a 802.000 catalanes. Ahora Cataluña tiene más del doble que Galicia.

La comparación es pertinente porque Ortega es gallego, al menos como industrial. Cuando se acabó la protección voló el textil de Cataluña y ha florecido en La Coruña.

No se cómo demonios se las arregla Amancio Ortega para crecer así en un sector supermaduro. En todo caso, no con aranceles sino compitiendo a cara de perro. ¡Qué ejemplo!

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