El Partido Popular de Gijón está que lo vierte. Bien saneada debe andar la tesorería cuando Mariano Marín, presidente de los populares gijoneses, ha remitido esta semana una carta a afilados y simpatizantes invitándoles a una espicha. Y gratis, ahí es nada. O sea, que paga el partido; y como se apunten los tres mil y pico que dicen que había en las listas para el pasado congreso local la broma le va a salir a Marín por un ojo de la cara. Con servicio en mesa, el PP agasajará a su gente con surtido de ibéricos y quesos asturianos, gambas con gabardina, rabas de calamar, empanada de bonito, tortilla de patata, bollinos preñaos, croquetas y minipastelería variada, regada con sidra brut. Dicen las malas lenguas y las lenguas bífidas que la espicha es la excusa para poner al día el listado de afiliados que el juez ha reclamado al partido para decidir si suspende o no el cuestionado congreso. Sorprende que no haya en el menú pan ácimo, ideal para afrontar con ánimo la travesía del desierto.