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Economista

Formas de vestir

Una breve reflexión sobre la ola de indiferencia por llevar el atuendo adecuado en cada ocasión

Hace algún tiempo vengo prestando especial atención a la forma de vestir que identifica a la sociedad española actual, la que vemos en nuestras ciudades y pueblos. Una mirada analítica a las personas que nos rodean recoge una triste impresión de gentes mal vestidas y aparentemente despreocupadas por su correcto atuendo: llevan rotos los pantalones vaqueros y unas mal llamadas zapatillas deportivas, un tipo de calzado que no utilizan solo quienes hacen deporte, sino que se ha generalizado hasta certificar la muerte del zapato convencional.

Frente a esta avalancha de zafiedad y mal gusto, las barreras que suponían algún obstáculo han desaparecido. Ahora hemos podido ver cómo a un elevado porcentaje de personajes políticos y coletudos se les permite presentarse en una recepción real poco menos que si fueran de excursión al campo o a la montaña y saludar a nuestro Monarca de esa guisa. No digamos los llamados padres de la patria, los diputados del Congreso, que salen al estrado con notas, pues son incapaces de hablar como los parlamentarios que debían ser. Y si hoy asistimos a una representación de ópera, antes de obligada y rigurosa etiqueta en el vestir, se percibe cada día más cómo penetra en ese entorno la ola de la indiferencia por vestir adecuadamente en cada situación.

Capítulo aparte merece la falta de recato y respeto que percibimos en las ceremonias religiosas, llámense bodas, bautizos, primeras comuniones, etc.; tanto las mujeres entradas en años como las más jóvenes se desvisten como para ir a la playa, y pienso al respecto que los sacerdotes debieran exigir un cierto decoro en la indumentaria a quienes se acercan a recibir la eucaristía.

Creo, con total convencimiento, que, en un futuro más o menos próximo, la gente terminará por elegir el nudismo como la manera más cómoda de presentarse en sociedad. Asistimos ya a los primeros pasos en tal sentido: la corbata está en proceso de supresión y son contadas las personas que la ponen. Tras ella, los calcetines, que no solamente se suprimen en el verano sino que determinadas personas no los usan en gran parte del año. ¿Hay cosa más chabacana que llevar zapatos sin calcetines? Pienso, además, que no parece muy higiénico, dado que éstos no se cambian con la frecuencia de los calcetines, que, al menos, absorben el sudor de los pies.

Si se preguntase a alguien el porqué de este imparable proceso, probablemente responderían que por comodidad. Lo que nos lleva a la conclusión que es más cómodo acostarse sin pijama, vestirse sin ropa interior y así hasta salir a la calle en taparrabos. De hecho, algo de esto se está viendo ya en la televisión, donde los concursantes participan como Dios los trajo al mundo, "in puribus naturabilis". Y como éste es un mundo de contradicciones, recientemente la revista "Playboy" ha decidido suprimir los desnudos para resaltar en las fotografías otros mensajes centrados en la sensualidad y no solo en lo sexual. Parece que los desnudos ya no tenían ningún interés para sus lectores, considerando la variada y cuantiosa oferta pornográfica de internet.

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