La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Profesor universitario de Matemática Aplicada

Nunca es demasiado tarde, Princesa (S. M.)...

Sobre el doctor honoris causa a Juan Luis Vázquez y los Premios de la Fundación

"La ciudad que estoy levantando vuestra es; varad vuestras naves; ninguna distinción habré de hacer entre tirios y troyanos", dicen que dijo la reina Dido.

("La Eneida", de Virgilio)

La palabra premio depende de quien la escuche. Para gran parte de la población un premio es aquello que nos toca como fruto del azar y que suele estar asociado a un cambio de vida con condiciones económicas más holgadas. En el mundo académico los premios se asocian al reconocimiento de una trayectoria y se sabe que son muchos los llamados y pocos los elegidos, aunque también el azar tenga su importancia.

No hace mucho escribí un artículo sobre los premios Nobel y los honoris causa. Coincidió la salida de dicho artículo, escrito durante una cortas vacaciones en Estambul, con el doctor honoris causa otorgado al matemático Juan Luis Vázquez, un niño que fue de Las Segadas y que, gracias a una mente privilegiada, ha podido elevarse hasta las cimas más altas de la matemática aplicada. Me alegré de que recibiera este mérito por parte de la Universidad de Oviedo. Finalmente pude escaparme un poquito antes de clase y asistir al acto de entrega. Tengo que decir que me gustó oír a Juan Luis Vázquez contar cómo desde la ingeniería sintió la llamada de la matemática, y cómo las escuelas americanas, francesa y rusa se cruzaron en su camino. ¿Qué sería de este niño si en su día las personas responsables de su educación no hubiesen visto que su desarrollo necesitaba de otros aires? ¿Qué hubiese sido de Juan Luis si hubiese continuado en la Escuela de Minas de Oviedo y si Minnesota y París no hubiesen existido? Quizás se hubiese prejubilado en Hunosa a los cuarenta y tantos, y la ciencia se lo hubiese perdido. Pero la Escuela de Minas se le quedaba corta y decidió ir a estudiar telecomunicaciones a Madrid, para posteriormente estudiar matemáticas y dedicarse a la matemática aplicada.

Juan Luis se convirtió en un experto de talla mundial en el estudio de los medios porosos. Me surge la curiosidad de cómo influyeron los estudios de ingeniería en su posterior desarrollo en el mundo de las matemáticas. Y aunque es imposible de saber, porque habría que reescribir la historia desde el principio de un modo diferente, soy yo un ardiente defensor de la ingeniería matemática y por tanto creo que ambas disciplinas se complementan de modo mágico. Me imagino también que el estudio de los medios porosos no fue fruto del azar y que los matemáticos americanos (alguno de ellos argentino) estaban financiados por alguna empresa petrolera de las "Seven Sisters", o por todas a la vez. Apostaría un maravedí, pues los problemas no surgen del azar. En cualquier caso Juan Luis confirmó una vez más lo que ya creía y escribí: las escuelas están donde están, quizás no en España, y la inteligencia de los científicos y tecnólogos españoles es ir al buscarlas allá donde estén. Ya ven que desgraciadamente no me equivoqué. Juan Luis, como una gran generación de matemáticos españoles (Alfredo Bermúdez, Ildefonso Díaz, Enrique Zuazua, etc.), son fruto de la estrecha colaboración con la escuela francesa, entre otras. "Vive la révolution française!"

Me hubiera gustado sin embargo que Juan Luis hubiese colaborado mucho más activamente con el área de matemática aplicada de la Universidad de Oviedo, dado que a los profesores que investigamos en este terreno y que sin duda tenemos menos talento, nos ha costado mucho sacar un poco la cabeza de debajo del agua, por falta de escuela, de maestros, de tradición. No obstante en ello estamos y poco a poco hemos ido encontrado nuestro sitio, y puedo afirmar que se están realizando desarrollos muy interesantes, que algún día espero sean aprovechados por el tejido tecnológico de nuestra región. El futuro es pues esperanzador aunque nos hagamos viejos. En cualquier caso, Juan Luis, tocayo, ¡enhorabuena! Tienes todo mi respeto. No puedo decir más que me alegro de tus alegrías y por lo tanto me entristecen tus tristezas. ¡Salud!

Desde el día que publiqué el artículo sobre los premios Nobel, mucha gente me ha preguntado qué pienso sobre los Premios "Princesa de Asturias", y como no me gusta escurrir el bulto eso haré brevemente. Ya escribí que no creo en los premios y en general tampoco en los premiados. No obstante tengo que dejar claro que en el caso de dichos premios, y aunque no todo es oro lo que reluce, sería una gran pena que por peleas casposas de índole política terminemos cargándonoslos. Quizás, como en el caso de los Nobel, no tengamos las ideas claras y estemos pidiendo peras al olmo. Yo tengo muy claro que los Premios "Princesa de Asturias", por sí solos, no van a sacar a Asturias de su letargo tecnológico. No es el oír a algunos premiados durante unos cuantos días algo que vaya a cambiar nuestro destino. Desgraciadamente el talento no se pega, ni la ciencia ni las humanidades funcionan así. Estos premios son claramente un acto de exaltación de la Corona y su relación con el Principado, que sirven para establecer relaciones internacionales y desarrollan el comercio local en Oviedo y en Asturias durante unas semanas debido a la logística que mueven.

La verdad es que las actividades de la Fundación que gestiona dichos premios durante el resto del año las desconozco. Entiendo que si la Fundación recibe dinero público tendrá que someterse a las correspondientes auditorías de los objetivos, pero por favor no seamos estúpidos. Como en el caso de Juan Luis Vázquez, sería deseable que existiese una colaboración mucho más estrecha con la Universidad de Oviedo (también desconozco si existe), y que todas las relaciones que se mueven con los premiados y sus instituciones respectivas se pudiesen utilizar de manera inteligente (quizás se haga), involucrando a las personas o a los equipos que lo precisen y lo merezcan. Y esto debería hacerse de modo exquisito para que toda la comunidad universitaria, tecnológica y empresarial se beneficie, y los premiados no tengan la impresión de ser utilizados.

Asimismo, los empresarios que tanto defienden la necesidad de dichos premios (lo cual no dudo), en lugar de solo pagar unos cuantos anuncios en la radio para felicitar a los premiados, estaría bien que destinasen algunos dineros para crear becas que ayuden a cultivar la cantera del futuro de nuestros científicos y humanistas. Eso sí que sería un gran objetivo tangible. Quizás los fines de la Fundación se hayan quedado cortos, lo cual sería sin duda una buena noticia. En cuanto su financiación la web afirma que: "el patrimonio neto alcanzó a finales del 2014 la cantidad de 30,7 millones. Los ingresos de la Fundación proceden de donaciones, miembros protectores, de los rendimientos de su patrimonio y de subvenciones públicas. El coste total de las actividades de la Fundación Princesa de Asturias ascendió en 2014 a 5,23 millones de euros. El ayuntamiento de Oviedo aporta el 39% de los dineros púbicos, el de Gijón el 10% y el de Avilés el 2%. El resto proviene del Principado, la Junta y el Ministerio de la Presidencia.

"That's all folks! You take it or you leave it!" (¡Es todo amigos. Lo tomas o lo dejas!)

Como digo, todo es importante en economía y no estamos sobrados de este tipo de eventos, dado que hacen funcionar los restaurantes, los hoteles, las tiendas (de moda y otras) y también el aeropuerto, que se nos queda sin aviones porque se han ido a Santander. También durante una semana nos traen a personalidades de primer rango a Asturias y eso nunca es dinero malgastado. Yo no diría que ponen a Asturias en el mapa, porque eso lo hacemos todos los asturianos que trabajamos por Asturias y la llevamos por el mundo. Sería quizás deseable que la Fundación fuese más ambiciosa e hiciese crecer su actividad e impacto en torno al futuro de nuestra región. Y aunque esto no depende del que escribe tengo muy claro cómo hacerlo. De esta manera dejará de ser importante si fueron tirios o troyanos, monárquicos o republicanos y sus actividades persistirán en el tiempo, aunque algún día decidamos democráticamente ser (o no) una república. Pero este es otro tema que nada tiene ver con la ciencia, ni con las humanidades, ni tampoco con el azar.

Compartir el artículo

stats