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Joaquín Rábago

Las excusas de Tony Blair

El líder laborista pide perdón por la invasión de Irak

No es la primera vez que Tony Blair pide perdón públicamente. Lo hizo ya a propósito de la trata de esclavos de sus antepasados. También por la gran hambruna de la patata de Irlanda, de la que fueron víctimas a mediados del XIX dos millones de ciudadanos de esa república, entonces colonia británica.

La que fue su ministra para el desarrollo Clare Short declaró en cierta ocasión que al líder laborista, convertido al final de su mandato a la fe católica, le gustaba excusarse por cosas de las que no había sido personalmente responsable. Y de nuevo, el hoy multimillonario asesor de bancos, magnates de la prensa y todo tipo de gobiernos, incluidos autócratas y monarquías feudales, sobre todo si hay petróleo por medio, ha vuelto a pedir perdón. Aunque esta vez, más exactamente, ha presentado excusas. Y "excusas" las define el diccionario como "pretexto" o "justificación que se alega". En su caso, el pretexto es el de haberse lanzado a la invasión de Irak en la equivocada creencia de que el dictador de ese país poseía armas de destrucción masiva.

Como el presidente estadounidense George W. Bush, Blair recibió, según argumenta ahora, informaciones de sus servicios de espionaje que se demostraron luego erróneas. El católico Blair miente, sin embargo, al culpar a otros de lo que fue sólo un pretexto para justificar ante la opinión pública la decisión premeditada de invadir un país árabe y deshacerse de un dictador que de pronto resultaba molesto a Occidente.

De lo que no se arrepiente, nos dice, es de haber eliminado a Sadam Husein. "El mundo está mucho mejor sin Sadam", ha vuelto a repetir. Tendría que preguntárselo a los más de 100.000 civiles iraquíes, a los 4.491 soldados estadounidenses y a los 179 británicos fallecidos en aquella guerra por el petróleo. También a los dos periodistas y once militares españoles muertos de entre los más de 2.500 uniformados de nuestro país que sirvieron allí tras la invasión aliada pese a que, según Esperanza Aguirre, España nunca participó en aquella guerra.

Dicen que Blair se ha decidido a presentar excusas adelantándose a la publicación del llamado "informe Chilcot", que será muy crítico con él y otros políticos y funcionarios de los servicios de inteligencia. Lo que está claro es que ni Blair, ni Bush, ni otros igualmente responsables, tendrán que responder ante un tribunal internacional de lo que fue sólo una guerra no provocada que se lanzó con falsos pretextos.

Y Blair, que sólo se fija en las violaciones de los derechos humanos cuando no se trata de Israel, Arabia Saudí y otros países "amigos", seguirá yendo a misa junto a su esposa todos los domingos y prestando los otros días de la semana sus, al parecer, muy valiosos servicios a cualquiera que esté dispuesto a pagarle con suficiente generosidad.

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