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Sol y sombra

Voladura controlada

Resulta arriesgado jugar a advinos en política. Pero también lo es descartar que Mercedes Fernández pueda arrepentirse mañana de no emprender la voladura en Avilés de la etapa Aréstegui, ahora que tiene la oportunidad de nombrar una gestora y sanear la organización. Pensar que el partido pueda romperse por ello es lo de menos, teniendo en cuenta que ya está roto y en las manos inadecuadas.

Prescindir de personajes como Joaquín Aréstegui o la diputada nacional Carmen Rodríguez Maniega, una prolongación del primero, contribuiría a reforzar una imagen más que a deteriorarla, por mucho que la camarilla que rodea a Aréstegui estuviese dispuesta a presentar batalla a mes y medio de unas elecciones legislativas en las que el Partido Popular tendrá que jugar, además, con otro tipo de cartas.

Cercado por el escándalo, Aréstegui ha dimitido como presidente para seguir mangoneando el partido desde fuera. Habría que animarle, además, a que renunciara a su cargo de delegado en Sepides, antigua Infoinvest, de la que cobra un sueldo regalado del erario por nada. Probablemente el simple hecho de quedarse sin él le haga ver las cosas de otra manera. Posiblemente abrirle un expediente y darle de baja como militante no requieran gran justificación después de las revelaciones publicadas por este periódico, extraídas del sumario de la "operación Pokémon", y de su implicación en la turbia trama del agua.

Tanto la militancia como los simpatizantes del Partido Popular en Avilés tienen derecho a contar con una dirección saneada y perder de vista de una vez a este tipo de políticos que no se han dedicado a otra cosa desde hace décadas que a desprestigiar el ejercicio de la vida pública.

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