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Profesor de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo

Paciones y boroñes

Podía haber sido en cualquier ciudad de España, pero recientemente, en una visita que hice a la Ciudad Condal por motivos de trabajo, estaba esperando a unos amigos para ir a tomar algo en el centro histórico cuando me abordaron dos chicos jóvenes que pertenecían a una ONG que trataba sobre la protección de la naturaleza. En menos de un minuto me explicaron la difícil situación del planeta y descargaron sobre mí la corresponsabilidad del cambio climático y la posible y segura desaparición del sapo partero. Empecé a sentirme mal y pensé en el "jacuzzi" que teníamos proyectado para poder tomar baños calientes en pelotas en la oscuridad del invierno, pero rápidamente la conversación evolucionó desde la mala conciencia a la realización de un ingreso bancario. Les dije que no, que yo ya pagaba mis impuestos y que creía que estos menesteres deberían estar cubiertos por los Presupuestos Generales del Estado. No les dije que nos habíamos hecho socios de Cruz Roja y que incluso realizamos ingresos excepcionales en casos de catástrofes. La verdad sea dicha, no me gustó cómo me violentaron e intentaron echar sobre mi conciencia algo de lo que en principio no soy culpable. Además, yo soy en eso como los americanos: no me gustan las imposiciones, sino que me sugieran. La pornografía me aburre, prefiero el erotismo. Pensé, quizás injustamente, que en muchas ocasiones esas mismas ONG's son organizaciones cuya existencia está supeditada a la de los problemas que intentan resolver y que dicha realimentación era en principio un sinsentido. También pensé que toda organización posee sus propias necesidades y que el objetivo prioritario se convierte en muchas ocasiones en secundario. Lo he visto muchas veces en el mundo académico. ¿Por qué este caso sería diferente? Sé que éste no es el caso de muchas ONG's, pero tengo que decir que algunas utilizan métodos de marketing muy injustos y agresivos.

Pensé que hay preguntas asesinas con las que no podemos estar en desacuerdo, pero esto no significa que estemos de acuerdo. Pongo por ejemplo la investigación en España. Si me preguntan: ¿está usted a favor de que se incremente el presupuesto de investigación? Ante tal pregunta es difícil decir que no, pero como en el caso anterior la respuesta admite matizaciones. Cuando uno analiza la investigación realizada observa que en muchos casos no posee relación alguna con el tejido social e industrial de nuestro país. Esta situación se describe en asturiano con dos localismos. El primero es que "hai muncha pación pa tan poca tenada", pues lo que se podría hacer es muy superior a lo que realmente se financia. Pero al mismo tiempo la situación corresponde a un segundo localismo que mi compañera Zulima oyó en la Feria de Muestras de Xixón, el "meeting-point" de los últimos desarrollos tecnológicos regionales al cual asisten personajes de toda índole y condición. Imagínense la estampa: "falaben dos propios d'una muyer de bien bon ver que diba acompañada d'un tipu esmirriáu, d'un ximielga. Dicía-y unu al otru al cruciase colos susodichos: ¿Non ti paez que nesti casu hai muncha boroña pa tan poca navaya?".

En el tema de la investigación tengo ambas sensaciones, aunque a priori me gustaría que se aumentase la tenada y que la pación no solo viniese del Estado, sino también de las empresas, y que se repartiese la boroña entre los que demuestren tener navaya, lo cual no suele ser siempre el caso porque se reparte la miseria. Ya he oído hablar tantas veces de excelencia en el caso de grupos de investigación que no tienen ni una sola patente (y que ni la buscan), que no entiendo nada. De nada sirve aumentar la tenada si no hay pación que guardar, porque en este caso estaríamos financiando investigación para nada, solo para publicar, y esto se convertirá en un boomerang que se volverá contra la investigación, como en el caso de la ONG barcelonesa. Y al final, como ocurrió con el rabo, se terminará por caer, y nos quedaremos sin boroña, sin pación y sin tenada. Y terminarán marchándose aquellos que en realidad tenían la navaya.

Decía recientemente el Sr. Rector de la Universidad de Oviedo que una de sus mayores decepciones ha sido no haber logrado dinero para tener investigadores fijos. Fijos o no, sinceramente no creo que ésta sea la solución, ni tampoco el problema. Antes de incrementar plantilla es necesario generar la necesidad, y en muchos casos dudo que ésta exista actualmente en nuestra región. No lo entienden los políticos mediocres que poseen visión cortoplacista, y tampoco las empresas bajamente tecnificadas. Investigar e innovar son dos cosas diferentes. Desde la Universidad hemos contribuido a alimentar esta confusión con declaraciones que aluden a la falta de medios. Obviamente los medios nunca son suficientes dado los dineros que se invierten, pero la mayor tragedia es que no exista demanda. Si existiese, existiría financiación público/privada y nos pelearíamos por los investigadores, como ocurre en otros países. Y entonces serían ellos los que no querrían hacerse fijos. Además es necesario democracia y claridad en la adjudicación. Pongo por ejemplo un proyecto, Retos a la Investigación, que nos fue recientemente denegado y cuya crítica principal fue que era demasiado ambicioso. ¿Qué coño es entonces un reto? En esa misma convocatoria se financió al menos un proyecto sobre igualdad de género, que sí que es un reto, pero no científico.

Aunque admito que la labor es harto complicada, el actual equipo rectoral ha tenido ocho años para ayudar a que dicho mensaje cale en la opinión pública, política y sector empresarial. Dadas las quejas del Sr. Rector no parece haberlo conseguido. Seguimos siendo esclavos del índice H, del G, y de todas estas revistas internacionales con alto índice impacto que están en el ojo del huracán. Pocos son los científicos como Randy Schekman (Nobel-2013) que han dado un paso adelante y han criticado este pernicioso sistema. Es importante que nos preguntemos como Universidad (y sociedad) qué es lo que buscamos y en consecuencia actuemos. El próximo equipo rectoral debería prioritariamente retomar con fuerzas renovadas este importante reto, cuidar la comunicación y hacernos parte de sus proyectos, reflexiones y programas en estos aspectos. El candidato (o candidatos) que lo haga(n) tendrá(n) todo mi apoyo.

¡Claridad, please!, pues estamos cansados de experimentos. El tiempo será el único juez inapelable. Adoro el Möet Chandon. ¡Qué pena que no lo pueda pagar!

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