Carmena, la alcaldesa podemita de Madrid, se ha quitado la careta o, mejor, la enésima máscara para quedar con el rostro de cemento bien a la vista.
Dijo por la radio que no iba a tomar nuevas medidas restrictivas del tráfico para combatir la contaminación y exactamente media hora después, con nocturnidad y por la espalda, implementó unos recortes de caballo. Miente.
No avisó a la Comunidad de Madrid para que reforzase los servios públicos. Desprecia.
No dijo nada a las autoridades centrales para lo mismo. Engaña.
No ha facilitado datos especialmente graves. Falsea.
Para qué seguir.
La alcaldesa y quienes mueven sus hilos porque está visto que no se entera de nada, tiene en perspectiva a Cumbre del Clima que se abrirá en París a últimos de este mes. Está previsto que asistan 117 primeros ministros y presidentes. Francia ya ha cerrado sus fronteras, no rige el tratado de Schengen y ha movilizado a 30.000 policías para controlar los pasos.
Menuda súper ocasión para lucirse. Pone Madrid patas arriba, bate algún récord estúpido y así presume en el gran encuentro internacional incluso sin ir.
No se entiende que un coche contamine significativamente menos a 70 kilómetros por hora que a cien y además, después de lo visto en Volkswagen, nadie se puede creer nada.
Y volver locos a los ciudadanos es más contaminante que no se que gases que a saber cómo se miden y quien dice verdad sobre sus supuestos efectos nocivos.
Pero el caso es figurar y, claro, leña al capitalismo.