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Javier Morán

El cormorán

Javier Morán

En nombre de Alá

Al igual que se debate sobre si los atentados de París manifiestan una declaración de guerra -como afirmó el presidente Hollande-, tampoco es una cuestión baladí si se viene tratando todo esto de una guerra de religión entablada por el yihadismo. Occidente niega por lo general que se esté produciendo una confrontación entre los dioses, pero el Estado Islámico porfía en sus comunicados con que actúa "en el nombre de Alá", con lo que diversos grupos de seguidores de Mahoma, como ha sucedido en Asturias, se ven en la necesidad de reiterar que el Islam es una religión de paz. Pero el problema no es cómo veamos nosotros al Estado Islámico, sino cómo nos detestan ellos. Por ejemplo, denominan a Francia la gran nación "cruzada" a la vez que ponen en su punto de mira "la perversión" del ocio parisino y entran a degüello en la discoteca Bataclan. Hay que tener la cabeza como una regadera para albergar esa contradicción: por un lado, los yihadistas le aplican carga sagrada al país de la laicidad por antonomasia y, por otro, lo consideran una nación pervertida. Pero no hay que extrañarse: el ISIS, o Estado Islámico, es la irracionalidad más completa que uno pueda imaginarse. En cuanto al argumento de la guerra santa o de religión, insistimos en que aquí se niega sobre la base de que el cristianismo dejó de ser un poder -también militar- en la medida en que se desligó de las grandes potencias. Todavía quedan fragmentos importantes de ello en EE UU y en la Rusia de Putin, con los ortodoxos, pero con respecto al resto prevalece aquella pregunta de Stalin: "¿Cuántas divisiones tiene el Papa?".

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