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Sol y sombra

El dedo de Iglesias

Podemos, a este paso, va a terminar siendo Pudimos. Su reconversión a medias ha provocado un nuevo terremoto interno con fichajes que renuncian antes de debutar, deserciones y dimisiones. Los temores no eran infundados: transformar un movimiento visceral de protesta en un partido con aspiraciones de jugar un papel como opción de poder no resulta fácil. La formación que lidera Pablo Iglesias se ha movido, además, en medio de una confluencia de las aguas aquí y allá que ha impedido desde el inicio un control razonable de las operaciones. Así que al final el único modo que ha encontrado la dirección de unificar criterios estratégicos y en las listas electorales es aplicar el llamado dedazo. Podría decirse que del mismo modo que el Directorio se deshizo de los Jacobinos en aquel brumario de la sangre que cubrió la última etapa revolucionaria francesa.

La deriva decreciente que anuncian los sondeos llevó a Iglesias a buscar en los fichajes de impacto y renombre una salida para mantener a flote las aspiraciones. Primero fue un militar, el exJemad Julio Rodríguez y, cuando algunos pensaban que iban a por un torero, se descolgaron el exvocal del Consejo General de Poder Judicial, Javier Benítez, el catedrático constitucionalista Javier Pérez-Royo, el alcalde Marinaleda y el exportavoz del Sindicato Andaluz de Trabajadores. El juez José Castro rehusó a formar parte de una de las candidaturas y, tras este intento fallido, Podemos lo único que ha podido pescar es al magistrado que iba a presidir el tribunal que juzgará a la Infanta Cristina por el "caso Nóos".

Mientras algunos, aunque no todos, entran por una puerta, los hay que salen por la otra. Algo que podría no dejar de repetirse en el futuro. No digo ya después del 20-D si el populismo no funciona.

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