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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Habla, Vladimir

El presidente ruso, Vladimir Putin, parece que tiene más que callar de lo que tiene que decir, pero acaba de proponer un acto de transparencia muy interesante a la salida de la décima cumbre del G20, foro de conspiración financiera internacional formado por jefes de Estado y de Gobierno, gobernadores de bancos centrales y ministros económicos de los países más industrializados y aspirantes. Ha dicho que de los 40 países que financian y apoyan a la organización terrorista Estado Islámico (EI, ISIS, Daesh, elija entre las formas con las que es nombrada) varios se sientan en el G20. Según Putin, en la cumbre dio nombres y apellidos de personas físicas que pagan los gastos de los asesinos y que hacen negocios con ellos como comprar caravanas de camiones cisterna de petróleo ilegal. Habla, Vladimir, no lo dejes en blablablá.

Es preciso conocerlos para poder entender algo un conflicto que, desde la imagen del satélite, se vuelve abstracto incluso para los militares porque, cuando el escenario de guerra es el mundo, la geografía no ayuda a delimitar el campo de batalla. La política local, las sectas islamistas, las etnias, las tribus, los rencores históricos, la lucha por las materias primas, los múltiples focos de fuego dibujan una telaraña de relaciones que parece tejida por una araña drogada con cafeína.

Conocer esos nombres y sus trayectorias, países e intereses concretos, lugares y días de sus ferias ilegales ayudaría a dar respuestas individuales y colectivas de boicot económico, desprecio social, acoso político con acciones más satisfactorias que llorar ante los telediarios, participar en corales de silencio, llevar flores y velas a los escenarios del crimen y cantar himnos nacionales mientras cómplices, socios y clientes de los asesinos se suman a los que nos alientan a defender nuestro modo de vida y nuestros valores, que son los de su bolsa. No sólo los asesinos viven entre nosotros.

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