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El machismo de Franco

La dictadura de Franco fue larga (36 años sin contar los tres de la Guerra Civil), pero la duración de su influencia a partir de la democracia que él condicionó en tantos aspectos (imposición de la monarquía, papel del ejército, comportamientos sociales y políticos, estructura económica, etc.) no lo fue menos pese al tiempo transcurrido (40 años) desde su muerte. A los que nacieron después de las primeras elecciones democráticas y de la aprobación de la Constitución de 1978, la figura de Franco y el franquismo les parecerá objeto de museo. En definitiva, agua estancada que ya no mueve molino. Pero, para aquellos que nacimos en la posguerra y no conocimos otro régimen político hasta la llegada de la monarquía parlamentaria, nos es fácil descubrir bajo el rostro más amable de la democracia los rasgos hoscos, a veces siniestros, de la dictadura. Basta con escuchar lo que se dice excitadamente en algunas tertulias o leer algunas columnas para darse cuenta de que la intolerancia y la agresividad contra el discrepante son una lamentable herencia de tiempos peores. (¿Cómo explicar si no esa sentencia judicial que ha declarado ajustada a derecho la concesión de la medalla al mérito policial a la virgen del Amor en aplicación de un tratamiento honorífico de 1938?).

Digo lo que antecede porque días antes de cumplirse los treinta y seis años de la muerte del dictador fueron bastantes los medios que hicieron balance sobre su personalidad y sobre sus años de gobierno. Entre otros, he leído una larga entrevista que firma la periodista María Eugenia Yagüe a Carmen Franco en "El Mundo". La hija del general tiene 89 años, pero disfruta de excelente memoria y no parece exenta de buen humor. Dice que las tres principales obsesiones de su padre eran la unidad de España, subir el nivel de vida de la ciudadanía y no desperdiciar una sola gota de agua. (De hecho, a Franco, por su política de inaugurar pantanos, se le conocía, a sus espaldas claro, como Paco el Rana). En otro pasaje de la entrevista, la duquesa toma a broma las versiones de algún historiador ocasional, como el aristócrata José Luis de Vilallonga, en el sentido de que ella era, en realidad, hija de su tío el aviador Ramón Franco y de una "pelandusca" y no de su padre: "Por lo menos, mis orígenes quedaban en la familia". Otro aspecto a destacar de la personalidad del general era su machismo. Algo que se puso de manifiesto en la elección de su sucesor cuando se prefirió a Juan Carlos en vez de a Pilar, la primogénita de don Juan de Borbón. "¡Nunca una mujer, mi padre era muy machista!", concluye Carmen Franco.

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