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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Ni idea

Tropecé a la entrada del parque con la pierna de un muñeco, o de una muñeca, cómo saberlo. La recogí y fui con ella en la mano hasta la zona de los rosales, donde hallé un brazo, el derecho, que parecía del mismo muñeco (o muñeca). Hay gente que va dejando piernas y brazos en lugar de miguitas de pan. Se me ocurrió que quizá fuera un juego organizado por una marca de cafés, o por unos laboratorios farmacéuticos. Tal vez si lograba reunir al muñeco o a la muñeca enteros me darían un sueldo para toda la vida. El caso es que olvidé el objetivo del paseo, tonificar los músculos, y puse toda mi atención en hallar otros fragmentos de aquel organismo de juguete. Si consiguiera todas las piezas, me las llevaría a casa y las armaría de nuevo. ¿Y después qué?, se preguntarán algunos. Después, encontraría otro asunto en el que depositar mi amor. La vida funciona así, con proyectos pequeños y realizables.

Hallé el brazo izquierdo, con la correspondiente mano, junto a uno de esos baños con forma de cápsula espacial que hay en los parques de ahora y que funcionan con monedas. Había salido de casa sin dinero, por lo que no podía abrir la puerta para mirar si dentro había más piezas. Se me había metido en la cabeza que sí. Afortunadamente, el baño estaba ocupado, por lo que decidí esperar a que saliera su ocupante y aprovechar ese momento para echar un vistazo. Pasaron diez minutos y no salió nadie. Luego otros diez, luego media hora. Golpeé la puerta sin obtener respuesta y al cabo me rendí y seguí mi camino con la pierna y los dos brazos obtenidos hasta el momento.

Al llegar a la rotonda en la que suelo iniciar el camino de regreso, di con el cuerpo del muñeco, que era de los antiguos, pues carecía de sexo. Tengo entendido que los de ahora llevan sus genitales y que incluso hacen pis, ignoro si otras cosas. Y no hallé nada más. Una vez en casa, organicé las piezas de que disponía y me salió un muñeco con los dos brazos y una pierna. Le faltaban la cabeza, de la que habría podido deducir el sexo, y una pierna. Lo he colocado en la librería, junto a otros fetiches, y le he preguntado a mi mujer cómo ha llegado eso ahí antes de que me lo preguntara ella. Dice que no tiene ni idea.

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